Colección Castagnino+macro

Luego de sus “Objetos de amor y violencia”, y de su presentación en la Bienal de Venecia, en 1995, con la performance: “El límite”, Bony lleva a cabo la serie  “Fusilamientos y suicidios”. Con ella, da comienzo a un conjunto de fotografías baleadas al que pertenece El asesinato. Atravesadas por la muerte y la violencia como conceptos, en estas imágenes, el autor manifiesta sus modos de resistencia estética y política. Al mismo tiempo, también se hallan presentes tanto la cita a Lucio Fontana como las reflexiones sobre el tiempo.

En esta instancia, Bony elige un arma como medio para intervenir la obra, y al suicidio, como un acto de gran carga conceptual. “El sabe que sus fusilamientos operan como un juego ambiguo que le permite aparecer como víctima y victimario. Y es brutal. Su interés está alejado de lo estético y por eso sus trabajos se presentan como una visión de la realidad. Para el artista, los suicidios no son actos de cobardía como hace suponer la religión, sino de gran heroicidad. Pero las obras también funcionan como trampa. Se trata de una estrategia estética que le permite a través de una base sensible –alejada de algunas frías propuestas conceptuales- conectarse con el que mira”. (1)

(1) Farina, Fernando, en De Memoria Utopías Suicidios, cat. exp., Rosario, Centro Cultural Parque de España, 7 a 29 de agosto de 1999.




Bony, Oscar

Posadas, provincia de Misiones, 1941
Buenos Aires, 2002

Finalizados sus estudios secundarios se radicó en Buenos Aires, en donde expone por primera vez en forma individual en la Galería Rubbers, en 1964. Allí presentó una serie de pinturas que marcan sus comienzos en la producción artística. Fue invitado a integrar el Salón Ver y Estimar y participó del emblemático Homenaje a Vietnam, en el que los artistas empiezan a subrayar su compromiso con lo social. Su experimentación con otros medios lo condujeron, en 1966, a proyectar cuatro videos de poca aceptación para el público de la época: "El paseo", "El maquillaje", "Submarino amarillo", y un cuarto, que el artista no pudo volver a mostrar en la reedición de los mismos, en 1998. A pesar de la recepción negativa de la primera presentación, los planteos que allí comenzó a desarrollar constituyen el punto de partida conceptual de su producción ulterior, arraigado en la concepción del tiempo.

A posteriori, Bony tuvo una presencia constante con el grupo de artistas vanguardistas de fines de los 60. Participó en la intervención del Premio Braque en el Museo de Arte Moderno (1967), en las Experiencias Visuales 67 del Instituto Torcuato Di Tella, en el VII Salón Ver y Estimar – instancia en la que obtuvo el Primer Premio por una instalación de espacios visuales-, y en las Experiencias 68 del Instituto Torcuato Di Tella, donde expuso “La familia obrera”. Escultura viviente donde un matricero, su mujer y su hijo posan con el siguiente cartel a sus pies: “Esta familia está aquí porque se le paga más de lo que gana con su trabajo”. Tras esta obra experimenta una profunda crisis que lo llevó a reflexionar en torno al rol social del arte. Ante densos cuestionamientos, decidió abandonar la producción artística durante 7 años. Entre 1969 y 1976, viajó por Estados Unidos y Europa. Su retorno a la pintura se consolidó con una serie de cielos y nubes realistas, con los que obtuvo el Primer Premio de Ridder, en 1976.

Al avecinarse la dictadura militar, clausuraron una muestra suya y se exilió en Italia, radicándose en Milán. Allí realizó y expuso instalaciones y pinturas de enfoque conceptual. En 1988 regresó a Buenos Aires. Ante la necesidad de retomar el contacto con las raíces, generó un cambio en sus medios, retomando a imágenes de su pasado. Así surgió la serie “De Memoria”, que presentó en 1993 en la Fundación Banco Patricios de Buenos Aires. En la misma conjugó fotos, objetos y cierta atmósfera de escenas vividas, en una instalación. En una de esas imágenes ya aparece la marca de un balazo, que repite en toda su producción posterior.

Luego de su última muestra individual, en 1999, continuó exponiendo su producción en forma colectiva. Participó en la XLVIII Bienal de Venecia, y su renombrada obra “La Familia Obrera” (1968), pasó a ser presentada en muestras itinerantes internacionales, hasta llegar a la 7ma. Bienal de la Habana, Cuba. En 2002, la Fundación Konex le concedió el Diploma al Mérito, por sus técnicas mixtas del quinquenio 1992-1996.