Aizenberg, Roberto

Federal, provincia de Entre RĂ­os, 1928
Buenos Aires, 16 de febrero de 1995

Es uno de los principales referentes de las tendencias metafísicas y sureralistas en Argentina.

En 1936 se instala en Buenos Aires en forma definitiva. En 1950 abandona sus estudios en la Facultad de Arquitectura para dedicarse a la pintura. Concurre al taller de Antonio Berni durante dos meses. Entre 1950 y 1953 estudia con Juan Batlle Planas y se convierte en uno de los representantes cruciales de la tendencia surrealista en Argentina.

Realiza su primera muestra individual en la galería Galatea de Buenos Aires, en 1958. Por entonces, sus trabajos ya presentan rasgos de la tendencia metafísica a través de paisajes y construcciones irreales que traducen un clima de enigmática extrañeza. Entre 1947 y 1968, período abarcado en la muestra individual que realiza en el Instituto Di Tella en 1969, el artista desarrolla un lenguaje basado en formas contundentes, cuya disposición vacilante entre un estado de quietud absoluta y la sensación de abismo incesante manifiesta un gran caudal poético al mismo tiempo que muestra su tendencia a la geometría. En varios de estos cuadros las escenas aparecen envueltas en una atmósfera de reminiscencias y de sueños en donde los objetos y personajes son presentados como entidades iconográficas ambiguas por su precisión formal. Figuras en paisaje, autorretratos, monumentos, torres, forman parte de su iconografía.

En este mismo período participa del Premio Ver y Estimar en Buenos Aires (1961) y en la VII Bienal Internacional de San Pablo, Brasil, 1963. Asimismo, integra la exposición homenaje a su maestro Juan Batlle Planas llevada a cabo en la Galería Rubbers de Buenos Aires, 1966. En 1976 participa en la muestra Dos Tendencias: Surrealismo y geometría, en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. En los setenta, la tragedia del país irrumpe en su vida y decide radicarse en París, 1977. A principios de los 80 se traslada a Milán, donde expone una serie de dibujos en la Galería del Naviglio. Regresa en 1984 y al año siguiente, realiza una serie de arlequines. También incursiona simultáneamente en la serigrafía.

Hacia fines de la década, participa en Art of The Fantastic: Latin América 1920-1987, muestra itinerante realizada en el Indianápolis Museum of Art; The Queens Museum, Nueva York; Center for the Fine Arts, Miami y el Centro Cultural de Arte Contemporáneo de México. Asimismo, expone en la Hayward Gallery de Londres, Inglaterra y en el Palacio Velásquez de Madrid, España.

En los años 90, sus cuadros se vuelven cada vez más herméticos y despojados. La ironía de los títulos empleados con anterioridad cede el paso a la insistencia en otros rasgos. Realiza entonces un repertorio de pinturas que desarrolla mediante un lenguaje formal aunque sin escapar a la atmósfera surreal. Torres y monumentos, entre los que se halla la obra que posee la colección Castagnino+macro, siguen siendo el puntapié de su imagen, aunque en este caso, el artista se sirve de una disposición geométrica mucho más acentuada profundizando en las relaciones de tintes y en el juego figura-fondo.

A lo largo de su trayectoria participó en numerosas muestras Buenos Aires, México, Río de Janeiro, Santiago de Chile, Massachusetts, Londres, Medellín, Zurich, París, Madrid, y otras ciudades. Obtuvo varias distinciones entre las que se halla el premio Cassandra Foundation, que recibió en Chicago, otorgado por primera vez a un artista argentino en 1970.




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