Le Parc, Julio
Mendoza, 1928
Vive y trabaja en ParĂs, Francia
Nació en Mendoza, en 1928.
Una vez radicado en Buenos Aires, ingresó en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Allí, se interesó por las propuestas espacialistas de Lucio Fontana -profesor de dicha institución- y por los planteos de la Asociación Arte Concreto Invención. En 1947 se acercó al anarquismo y abandonó la enseñanza institucional. Sin embargo, retomó sus estudios en 1954, concurriendo a la ANBA.
En 1958, becado por el Servicio Cultural del Gobierno Francés, se estableció en París. Aunque la ciudad se encontraba atravesada por la efusión del Informalismo, no se acercó en ningún momento a dicha corriente. Por el contrario, su mirada estuvo dirigida hacia la línea constructivista de Piet Mondrian y Josef Albers. Luego afirmó su afinidad con el arte cinético y con los postulados de Víctor Vasarely.
Dentro de ese marco, Le Parc constituyó sus pinturas mediante una geometría de formas simples, generando un sistema de progresiones en los que utilizó una selecta gama de colores. La distribución de las mismas sobre la superficie tiende a provocar una exaltación en la retina, modificando la percepción tradicional.
Siguiendo ese camino, a comienzos de los 60 y junto con artistas de otras nacionalidades, el artista creó el Groupe de recherche d’art visuel. Grupo dedicado a la investigación en artes visuales que abogó por la eliminación de la subjetividad -desde el punto de vista del productor-, considerando a la obra como un hecho de carácter abierto, donde la presencia del espectador se convierte en parte fundamental del proceso. A través del empleo de un lenguaje simple, la agrupación intentó lograr tanto el acercamiento masivo del público como la aprehensión directa de la imagen, rompiendo en cierto modo, con la percepción tradicional.
En las propuestas de Le Parc, la necesidad de considerar la participación activa del observador se relacionó íntimamente con las problemáticas que hacen referencia a la luz y al movimiento. Sus conocidos móviles emplazados en el espacio tridimensional le permitieron aunar ambas inquietudes. A partir de diversos mecanismos aplicó las posibilidades que le brindaron las proyecciones lumínicas.
La obra que integra la colección Castagnino/macro constituye una síntesis entre el espacio pictórico y el campo del objeto móvil. El movimiento de los módulos transparentes coloreados que aparecen suspendidos, junto con la luminosidad que incide sobre los mismos, generan un juego óptico de reflexión y refracción del entorno.
Tras la disolución del Groupe de recherche d’art visuel en 1969, el artista utilizó en sus pinturas una gama de colores estridentes y definidos. A posteriori ahondó en la relación luz-sombra a través de la realización de relieves regidos por el principio matemático de las progresiones. A fines de la década retomó esas investigaciones, y a mediados de los años 70 realizó una serie de trabajos conocidos como Modulaciones, producto de la alianza entre sus iniciales búsquedas y las prácticas recientes con volúmenes.
Expuso sus trabajos en galerías, museos y bienales de Argentina, Venezuela, Ecuador, España, Alemania, Francia e Italia, entre otros países.
Obtuvo distinciones como: Medalla de Oro, Bienal de San Marino 1963, Primer Premio al trabajo en Equipo, Bienal de París 1963, Premio ITDT 1964, Gran Premio Internacional de Pintura, XXXIII Bienal de Venecia 1966, Premio Ibizagráfic 1978, y Primer Premio, Bienal de Cuenca 1987.
Vive y trabaja en París.