Sede Macro
Del 14.11.14 al 10.04.15

Construcción de un museo

Una muestra que se interroga sobre el rol del museo.

En el marco de los festejos por los diez años del museo Macro se realizó un concurso dedicado a estimular, promover, apoyar y dar visibilidad al trabajo de curadores argentinos. El certamen otorgó el primer premio al proyecto “Construcción de un museo”.

Carro blanco (1990) de Liliana Maresca
Sala-pizarra
Yo tengo sida (1994) de Roberto Jacoby

Construcción de un museo

¿Cómo se construye un determinado reparto de lo común, de lo público, en un museo? ¿En qué redes de intercambios se fundan estos espacios? ¿Qué mecanismos se despliegan en una colección que se abre a múltiples lecturas? ¿Qué representaciones, relatos y modos de vida, se ponen en juego? ¿Cuáles son las relaciones entre el museo y la topografía urbana, social, política que lo circunda? ¿Qué usos de la memoria en común, de un archivo colectivo, se ponen a disposición?

Entonces: ¿cómo hacemos, practicamos, habitamos, un museo?

En el contexto del décimo aniversario del Macro proponemos una exhibición que sirva de ámbito para reflexionar y, concretamente, actuar a partir de este conjunto de interrogantes sobre el rol del museo. Nos preguntamos por la infraestructura social que hace posible su existencia así como por las transformaciones, los cambios de valor, los nuevos sentidos que se producen en su interior.

Construcción de un horno popular para hacer pan, la acción realizada por Víctor Grippo, Jorge Gamarra y A. Rossi en 1972, es una de las piezas de la colección que hace presente una sugestiva metáfora sobre el espacio público que ponemos en escena para pensar el lugar del museo. Esta acción tuvo como eje central recontextualizar en un espacio inmerso en el habitual ajetreo de la ciudad, un horno de pan, artefacto proveniente de otro sustrato de prácticas y formas de vida en común. Dicha acción, situada en el contexto de las célebres intervenciones desarrolladas en la exposición “Arte e ideología, CAyC al aire libre” en la plaza Roberto Arlt, realizaba dos operaciones simultáneamente. Por un lado, reorganizaba​ la habitual trama de trayectorias de los transeúntes que deambulaban por esa plaza del agitado microcentro porteño. El horno promovía la constitución de otras relaciones e intercambios ​entre aquellos extraños que recorrían el espacio urbano. Se les proponía un rito comunitario deslocalizado de su entorno típico, un rito dirigido a todos, una ceremonia profana. Por otro lado, en el interior del horno acontecía un proceso de transformación, de transmutación de la materia cruda en alimento que será puesto a disposición pública. Este proceso material y simbólico es una manera de figurar los modos en que el museo transforma, redimensiona, da sentido a su acervo y lo sitúa frente a la mirada del público.

Así el museo puede ser pensado en un doble movimiento entre las maneras en que reorganiza el espacio público en torno a una ceremonia profana y las operaciones con que transfigura una serie de materiales, objetos, experiencias para hacerlos disponibles al uso común.

Para reflexionar sobre los caminos por los que el museo se hace colectivamente y entender las operaciones que este espacio realiza sobre un cúmulo de objetos y relatos, se trabajó en una estructura curatorial grupal. El proyecto es el resultado de un diálogo entre personas procedentes del ámbito de la teoría y la práctica artística cuyos perfiles profesionales se cruzan en el interés por repensar los espacios de exhibición, la pedagogía en -y a través del- arte y el diseño de circuitos colectivos de trabajo. El grupo curatorial se encuentra integrado por Federico Baeza, Claudia del Río, Leandro Tartaglia y Santiago Villanueva. A través de dicha conversación se desarrollaron diversas estrategias que proponen reutilizar y activar el acervo del Museo​ Castagnino+macro​ desde una mirada retrospectiva de sus diez años de existencia.

A continuación describimos el itinerario que el proyecto propone.

En el sexto piso, el primero al que accede el visitante, se presenta la primera Sala-pizarra. Partiendo de Pieza-Pizarrón (2006-2012) de Claudia del Río se extendió una pizarra en todo el perímetro de la sala, así este espacio se encuentra sujeto a la participación del público mediante la utilización de una tiza y herramientas dispuestas para el libre uso. Estas intervenciones dialogarán con el registro fotográfico de la acción Construcción de un horno popular para hacer pan (1972) a partir de una consigna: ¿Cómo construir juntos un museo? ¿Con qué materiales se conforma este lugar? Mediante la grafía, un dispositivo al alcance de todos, igualitario e inmediato, los espectadores podrán producir dibujos, anotaciones y diagramas.

Al llegar al quinto piso encontramos una exhibición del archivo conformado durante estos diez años por el Departamento de Educación del Macro. Numerosos proyectos y publicaciones fueron formulados por esta área del museo, aquí se presenta mediante una cronología y la presencia de dos proyectos "Recetas: las mejores sugerencias para mirar arte contemporáneo" y "Curador Polimodal". A su vez, se activarán algunas actividades realizadas en el contexto de otras exhibiciones reformuladas para esta exposición. Poner el foco en este departamento permite acercarnos a la relación que el museo construyó con su público en este último tiempo y de este modo proyectar nuevas preguntas para los próximos diez años.

Descendiendo al cuarto piso volvemos a ingresar a una Sala-pizarra. Emplazada en el centro del espacio, se ubica la obra Carro blanco (1990) de Liliana Maresca. En consonancia con la producción de Grippo esta pieza nuevamente pone en escena la transmutación de un objeto cotidiano desplazado de su paisaje social originario. La consigna busca volver a resituar este fragmento figurando otros posibles contextos, en este sentido se pregunta: ¿En qué paisajes, horizontes, entornos, puede ubicarse este carro?

En el tercer piso se exhibe la colección completa de dibujos donados por Alberto Pedrotti en 1980 al Museo Municipal de Bellas Artes "Juan B. Castagnino". La selección de sus dibujos retoma el motivo del trazo como hilo conductor de este proyecto. Pedrotti nació en 1899, se enfermó de tuberculosis a sus veinte años y viajó a Córdoba a curarse, allí conoció a Fernando Fader y comenzó a pintar. Su actividad plástica se extendió por más de cincuenta años transitando géneros como el paisaje, la naturaleza muerta, el retrato y la figura humana. Al morir sin descendencia donó las obras que estaban en su taller, unas 400​ piezas, además de tres propiedades que fueron vendidas sin un destino claro. Debido a las dificultades en cumplir con las cláusulas de la donación, las obras de Pedrotti se expusieron de manera parcial recién en 2008, es decir veintiocho años después de su ingreso al acervo del museo. Frente al Legado de Pedrotti podemos preguntarnos: ¿Qué sucedió con estos inmuebles que tal vez hubiesen posibilitado la necesaria ampliación del museo? ¿Cuáles son las responsabilidades de un museo frente a una donación? Pero también, ¿qué recursos y decisiones públicas compromete o condiciona una donación? ¿Cuáles son los criterios para decidir su utilidad?

En el segundo piso, la última Sala-pizarra propone actualizar la frase de otra pieza de la colección. Se trata de la obra Yo tengo sida (1994) de Roberto Jacoby. Aquí se invita a pensar nuevos términos que hoy puedan tomar el lugar de la palabra “sida”, otras estigmatizaciones, otras reivindicaciones, otros términos que precisen hacerse visibles.

Finalmente, en el primer piso nos encontramos con una sala blanca. En una de sus paredes se despliega un entramado compuesto por todos los títulos de las obras que integran la colección del museo, es la Sala de los títulos.

​S​e intenta exhibir de alguna forma todo el acervo sin disponer del espacio físico necesario. Alterando la relación entre texto e imagen podemos​ realizar otros vínculos entre las frases que componen los títulos. Al retirar la imagen y otros datos como la autoría, el año de realización, la técnica y las dimensiones, estos enunciados se abren a relaciones impensadas.

Construcción de un museo propone repensar en el horizonte del presente el rol de un museo público, simultáneamente intenta dar a ver estrategias para promover la intervención, la participación, la observación. Entre la mirada, la grafía y la palabra, se abren maneras de refundar, en un momento siempre contingente, este espacio sujeto al uso común.


Pisos 1, 2, 3, 4, 5 y 6