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Breve historia del Museo de arte contemporáneo de Rosario y su fachada

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El macro es el museo de arte contemporáneo de Rosario es la cristalización de un legado cuyas raíces se anclan en las primeras décadas del siglo XX. Este impulso vital puede rastrearse en el espíritu que llevó a la concreción del Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino: promocionar y difundir el arte local y nacional de la época. Casi un siglo después, con un gesto análogo, se materializa el macro con la conformación de una colección de arte contemporáneo que es una referencia insoslayable para quienes deseen conocer el arte argentino. Debido a la vastedad de su patrimonio, altamente representativo de las escenas nacionales, a su vocación de promover las manifestaciones artísticas emergentes, a sus programas expositivos, el Macro ha logrado convertirse en un punto de inflexión en la historia del arte argentino.

Su origen se remonta a fines de la década del 90, cuando el Castagnino consideró la urgencia de posicionarse en el campo artístico mediante la incorporación de obras contemporáneas de la escena local, la publicación de catálogos de artistas rosarinos y el desarrollo de programas expositivos destinados a jóvenes emergentes.

En el año 2000, a este proyecto de actualización de la colección, se sumó la iniciativa de la Fundación Antorchas (1985-2006). Entidad que decidió abrir una convocatoria a concurso pidiendo una propuesta de contraprestación a los museos del interior del país interesados en recibir una donación de obras de 27 artistas seleccionadas por Marcelo Pacheco. Por entonces el Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca, ganador de la convocatoria, no cumplió con lo acordado y Antorchas, lanzó a fines de 2002, un nuevo llamado. En esta segunda oportunidad fue dirigido al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires y al Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino.

La institución rosarina (Castagnino) fue elegida para recibir la donación, comprometiéndose a incorporar 100 obras más con la finalidad de conformar una colección de arte argentino contemporáneo. En pocos meses el acuerdo inicial fue superado. Se logró gracias al apoyo de los artistas, que aceptaron sumarse al proyecto donando una obra representativa de su producción a cambio de una suma de dinero simbólica —en conceptos de gastos de producción—, y al respaldo económico de la Fundación Castagnino y de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario.

Contemplando el compromiso asumido durante la gestión de Fernando Farina -entonces director de la institución- en la ardua tarea de coordinar un proyecto ambicioso para la ciudad, la Municipalidad de Rosario decidió ceder los ex silos Davis al Castagnino para concretar el deseo de tener la colección de arte contemporáneo más importante del país.

El Macro abrió sus puertas oficialmente el 9 de diciembre de 2003, exhibiendo un conjunto de 23 piezas. La exposición, que duró sólo un día, permitió que el proyecto quedase materializado por el entonces intendente Hermes Binner.

Durante un año, se trabajó en la definición de los parámetros del nuevo museo, en la formación de su equipo, en la gestión de sus necesidades como edificio y en la ampliación de su colección.

El martes 16 de noviembre de 2004, el macro quedó finalmente inaugurado con una exposición donde se mostró un recorte de la colección, que en ese entonces poseía cerca de 250 piezas. Además de la presencia de los representantes del museo, de la Fundación Castagnino y de un concurrido público, el acto inaugural, contó con la participación del gobernador Jorge Obeid y el intendente Miguel Lifschitz entre otros funcionarios provinciales y municipales. El acontecimiento fue considerado por la autoridad municipal como el broche de oro de una sucesión de actividades culturales previas a la apertura del III Congreso Internacional de la Lengua Española.

Para esa muestra inaugural el equipo curatorial, dirigido por Roberto Echen, convocó como asesor al artista Román Vitali. La propuesta comprendió una instancia inicial en la que se exhibieron 22 piezas contemporáneas en las salas del museo Castagnino y se trabajó en los 10 pisos del macro. En el primer piso se presentó una muestra de Lucio Fontana, en los pisos subsiguientes se reunieron obras de artistas contemporáneos (Juan José Cambre, Ernesto Ballesteros, Víctor Grippo, Daniel Joglar, León Ferrari, Guillermo Kuitca, Roberto Aizenberg, Julio Le Parc, Liliana Porter y Marcelo Pombo entre otros), en el piso 7 se ideó una instalación con obras de la colección que simulaba la idea de depósito, y los pisos 8 y 9 fueron intervenidos por cuatro artistas rosarinos: Mauro Machado, Leo Battistelli, Marcelo Villegas y Luján Castellani.



El edificio y su fachada

El macro funciona en lo que fuera una planta de acopio de granos, los silos Davis, un proyecto atribuido a Ermete de Lorenzi (1900-1971), uno de los más importantes arquitectos rosarinos del siglo XX. El complejo edilicio está conformado por 8 cilindros, 10 pisos, una explanada y un túnel de acceso. En sus 10 pisos, con casi 1000 metros cuadrados -donde funcionaban las oficinas-, es donde hoy se realizan las exhibiciones. En los tres últimos pisos se encuentran las áreas de producción, administración e investigación, entre otras. El amplio corredor que corona los silos, que corresponde a la séptima planta, se destina a reservas y tareas de conservación.

El edificio ha sido preservado íntegramente exaltando las características propias del hormigón, acentuando la austeridad como valor y manteniendo la estructura a la vista.

En cambio, la pintura exterior del museo tiene carácter de obra efímera: se renueva periódicamente mediante concurso nacional. La primera en ganarlo, en 2004, fue la arquitecta rosarina Cintia Prieto, premiada por un jurado integrado por Luis Fernando Benedit, Luis Felipe Noé y Clorindo Testa. Prieto eligió una propuesta simple: pintar de colores distintos cada uno de los tubos.

En mayo de 2010, luego de evaluar los ciento setenta y tres proyectos presentados, el jurado de premiación que integraban los artistas Luis Benedit, Edgardo Giménez y Clorindo Testa eligió al rosarino Martín Marcos Agüero como ganador del Concurso Nacional de Proyectos de diseño para la pintura exterior del Macro.

En 2016 se realiza el tercer certamen nacional resultando ganador el proyecto realizado por Juan Esteban Maurino, Ezequiel Alberto Dicristófaro y Maite Pérez Pereyra. El jurado de premiación -que evaluó 260 proyectos- estuvo conformado por el Estudio de Arquitectura Estudio A77, de la Ciudad de Buenos Aires; el artista Juan José Cambre; un representante por el Museo Castagnino+macro, otro por la Secretaría de Planeamiento y un tercero por la Secretaría de Cultura y Educación.

La fachada se ha transformado en un ícono de la ciudad de Rosario apareciendo en postales, cuadernos, stickers y recuerdos de la ciudad.