Además de Día de sol en La Boca, Día de niebla es la segunda obra adquirida en 1950; es de menor tamaño y de paleta reducida. En el primer plano las barcas pintadas en tonos bajos se funden con el agua tratada con el mismo valor tonal. En el plano medio todo se desdibuja, la niebla lo cubre todo con valores altos de grises de color.
Las dos obras fueron adquiridas por el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino en el año 1950 y luego de la muestra que el artista realizara en este museo del 9 al 29 de julio de 1950.
Quinquela Martín, Benito
Buenos Aires, 1890
Buenos Aires, 1977
Benito Quinquela Martín, fue parte de los denominados pintores de la Boca junto a Miguel Carlos Victorica, Eugenio Daneri, Miguel Diomede, Fortunato Lacámera y Víctor Cúnsolo, entre otros.Integrantes de un barrio esencialmente obrero, “muchos de ellos vinculados a una ideología de defensa del proletariado no formaron un grupo de acción ensamblada, sino que se ubicaron en una línea de reacción tradicional y popular, que aunque no haya enarbolado la bandera del arte social han buscado la repercusión social de su obra”[1].
Benito Chinchella fue adoptado a los 6 años, luego de ser abandonado en 1890 en la puerta de la Casa Cuna, por un matrimonio de carboneros. Ellos vivían en el Barrio de La Boca y sus nombres eran Manuel Chinchella, genovés de origen, y Justina Molina, oriunda de Entre Ríos. Benito Chinchella ingresó al año siguiente a la escuela primaria, la que debió abandonar para trabajar en la carbonería de sus padres adoptivos. Primero comenzó atendiendo al público en el local, luego repartiendo el carbón a domicilio y como cargador de bolsas en el puerto.
En el año 1904 participó de la campaña política que llevaría a Alfredo Palacios a convertirse en diputado por el socialismo, repartiendo volantes, manifiestos y pegando carteles. Tres años más tarde se inscribió como alumno en el conservatorio Pezzini-Stiatessi para estudiar pintura con el maestro italiano Alfredo Lazzari[1]. A la misma institución concurrían Fortunato Lacámera y Arturo Maresca, Santiago Stagnaro y Juan de Dios Filiberto.
Benito Chinchella recordaba años más tarde su vida de esa época con estas palabras: “¿Ve usted aquellos hombres que descargan carbón? Yo también lo hice. Yo también descargué carbón de los barcos anclados en la Boca del Riachuelo. Mis hombros saben cómo los encorva aquella faena prolongada bajo un sol calcinante. Eso era trabajar para poder trabajar más: me empleaba como descargador una semana para poder pintar la semana subsiguiente.” [2]
En 1909, antes de cumplir los veinte años de edad viajó a Córdoba por prescripción médica. Se hospedó en la casa del hermano de su padre adoptivo, Juan Chinchella, que vivía en la localidad de San Javier y allí permaneció por el término de seis meses. Durante esa estadía conoció al pintor cordobés Walter de Navazio. “Volví a La Boca a los seis meses completamente curado. También venía decidido a dedicarme de lleno a la pintura. En lo alto de la carbonería instalé un pequeño taller. A él acudían Montero y Stagnaro, que empezaron viniendo como visitas y luego se convirtieron en inquilinos. Allí vivían y pintaban. También venía Filiberto a vernos pintar. A veces nos servía de modelo” [3]. Comenzó a exponer al año siguiente, participó de una muestra colectiva en la Sociedad Ligure de La Boca. En 1914 dos obras suyas integraban el “Primer Salón de Recusados”.
Pío Collivadino, Director de la Academia Nacional de Bellas Artes, conoció la obra de Chinchella durante esa época e impresionado le propuso exponer individualmente. Pío Collivadino y su secretario, Eduardo Taladrid, se convertirían desde entonces en un apoyo decisivo en la carrera del joven pintor y en noviembre de 1918 exponía en la Galería Witcomb de la calle Florida 364. Desde entonces las exposiciones se sucederían con creciente éxito. En 1919 una segunda exposición individual fue organizada por la Sociedad de Beneficencia en los salones del Jockey Club. En esa época mudó su taller de la casa paterna a un local ubicado en la calle Almirante Brown y posteriormente modificó su apellido original de acuerdo a la fonética hispana, de ahora en más se llamaría Benito Quinquela Martín.
Con su nuevo nombre, realizó una muestra en el Salón Witcomb de Mar del Plata, con gran éxito de público y venta. Obtuvo el tercer premio por su envío al Salón Nacional y viajes y exposiciones comenzaron a sucederse desde entonces. Realizó una exposición en Río de Janeiro, con él viajó a Brasil para presentar la que sería su primera muestra en el exterior. A dicha exposición asistió el presidente de ese país, Dr. Epitacio quien adquirió una obra para el Palacio de Gobierno. En 1922 se mudó nuevamente de taller, esta vez lo haría al edificio de la calle Pedro de Mendoza 2087, junto a Miguel Carlos Victorica y Fortunato Lacamera.
El presidente argentino Marcelo T. de Alvear brindó al pintor su apoyo y adquirió en 1928 una de sus obras para obsequiársela al Príncipe de Gales que se encontraba de visita en nuestro país. Años más tarde le encomendaría la realización de dos murales para el foyer del Teatro Regina, en la Avda. Santa Fe. La obra perteneciente al patrimonio del Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino titulada “Crepúsculo”, es un óleo de pequeño formato (0,45 x 0,41 m) posiblemente realizado en esa época. Ingresó al Museo Castagnino en el año 1929 luego de ser adquirido por la Comisión Municipal de Bellas Artes en Casa Pardo.
Luego, Benito Quinquela Martín viajó al exterior, exponiendo sucesivamente en Madrid, París, Nueva York, Roma y Londres. De regreso a Buenos Aires frecuentó “La Peña”, Agrupación de Gente de Arte y Letras que tenía su sede en el Café Tortoni. En el año 1936 inauguró su escuela-museo llamada “Pedro de Mendoza” y dos años más tarde lo haría con el Museo de Bellas Artes. Ambos edificios se erigían en el predio donado por el mismo Quinquela para tal fin.
Sobre la reiterada elección del tema el mismo Quinquela Martín explicaría: “(...) Lo fácil, para mí, era inspirarme en lo que me rodeaba. La Boca estaba allí brindándome un panorama preñado de temas, de paisajes, de tipos, de motivos localistas y de profundas sugestiones. La Vuelta de Rocha era ya de por sí una obra de arte, un cuadro natural y magnífico, siempre igual y siempre diferente. Cada hora del día le daba una tonalidad distinta. La mañana y la tarde; la luz y la sombra; el sol y la niebla. Todo eso cambiaba el color y la expresión de las cosas, que sin embargo eran siempre las mismas. Allí estaba el río y el muelle con sus barcos amarrados o en movimiento; la calle empedrada, con sus chatas y sus carros; las viejas casas de vecindad, alternando con galpones, aserraderos depósitos de hierros y de lanas. Y allí estaba, sobre todo, el trajín del puerto.”, pero más adelante agregaría: “(...) La realidad puede ser para mi arte un punto de partida, pero no de llegada (...) Frente a ella no me considero un copista, sino un intérprete. Veamos el proceso de elaboración de cualquiera de mis cuadros de composición. Lo primero de todo es la idea o el tema de la obra. (...) Una vez que tengo la idea o el tema hago muchos apuntes para ir concretando el asunto. (...) La mayoría de mis cuadros los pensé durante meses y los pinté en pocos días. Mi propia técnica me obliga a pintar de prisa. (...) Pinto con espátula. La distribución y empaste de los colores empieza ya desde la mesa de operaciones. No uso paleta ni pinceles. Desde hace muchos años solo pinto en ,i estudio. Allí pongo mis cuadros de ambiente. Porque no soy un copista de la realidad, sino un intérprete.”[4] 13
En la década del ‘40 trasladó su estudio a los altos de la escuela-museo y allí organizó, su última exposición individual en la galería Witcomb (1944). En 1948 se fundó la “Orden del Tornillo”, de la que fue “Gran Maestre”. Continuó pintando incansablemente hasta su muerte acaecida a los 86 años de edad, el día 28 de enero de 1977.
Bibliografía:
Pagano, José León, El arte de los argentinos, Tomo IV, Buenos Aires, Editorial del Autor, 1938.
Lopez Anaya, Jorge, Historia del arte argentino, Buenos Aires, Emecé Editores, 1997.
San Martín, María Laura, Breve Historia de la Pintura Argentina Contemporánea, Buenos Aires, Editorial Claridad S.A., 1993.
Pellegrini, Aldo, Panorama de la pintura argentina contemporánea, Buenos Aires, Editorial Paidos, 1967.
Burucúa, José Emilio, Nueva historia argentina. Arte Sociedad y política., Volumen 1, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1999.
Squirru, Rafael y Gutierrez Zaldivar, Ignacio, Quinquela, Buenos Aires, Editado por la Fundación Pettoruti y Estudio de Arte los Creadores, 1990.
De España, José, Quinquela Martín. Pintor, Buenos Aires, Ediciones Gay Saber, 1945.
Muñoz, Andrés, Vida novelesca de Quinquela Martín, Buenos Aires, 1949.
Catálogo “Benito Quinquela Martín”, Rosario: Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, 9 al 29 de Julio de 1950.
Catálogo “50 años de Pintura Argentina, 1930-1980”, Buenos Aires: Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, del 2 de Noviembre al 31 de Diciembre de 1980.
Ficha redactada por: María Alejandra Tavolini
Revisada por: María de la Paz López Carvajal
[1] Alfredo Lazzari, pintor italiano nacido en 1871, había estudiado durante su juventud en las Academias de Bellas Artes de Lucca, Florencia y Roma. En 1897 viajó a Buenos Aires para realizar un trabajo que le exigía una corta dedicación pero permaneció en la Argentina hasta su muerte en 1949. En el barrio de la Boca desarrolló su principal actividad como maestro y pintor, en sus telas plasmó con la técnica de plain air aprendida en Italia las calles boquenses y los aspectos portuarios.
[2]Pagano, José León, El arte de los argentinos, Tomo IV, Buenos Aires, Editorial del Autor, 1938, pág. 333.
[3]Muñoz, Andrés, Vida novelesca de Quinquela Martín, Buenos Aires, 1949, pág. 59.
[4] Muñoz, Andrés, op. cit.
[1]San Martín, María Laura, Breve Historia de la Pintura Argentina Contemporánea, Buenos Aires, Editorial Claridad S.A., 1993.