Hacia fines de siglo XIX y principios de siglo XX, los procesos inmigratorios generaron una coyuntura cultural de cruces y mezclas, de desplazamiento de las tradiciones criollas y de inicio de utopías marcadas por la modernidad europea. Eugenio Daneri no adhirió ni a la nostalgia rural de sus contemporáneos ni a los programas de renovación estético-formalistas sino que se mantuvo en el marco de una concepción tradicional de la pintura. Su acción se circunscribió a las actividades desarrolladas en El Ateneo Popular de La Boca junto a los pintores Lacámera, Victorica y Cúnsolo, entre otros.
Hijo de inmigrantes italianos, vivió en el barrio de Barracas desde los diez años y este paisaje le inspiró una visión muy personal y profunda del Riachuelo. Comenzó su formación en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes en 1889 y luego, influido por Malharro y Quirós, sus primeros pasos fueron postimpresionistas. Participó en la Exposición del Centenario (1910), en la que recibió una Medalla de Bronce por su obra Figura. En 1911 expuso en el Primer Salón Nacional y lo haría por 48 años. En el V Salón Nacional, fue galardonado con el Premio Estímulo por su obra Barcas abandonadas. Luego, recibió el Segundo Premio (1931), el Primer Premio Comisión Nacional de Cultura (1941), Primer Premio (1943) y el Gran Premio de Honor (1945). En 1937, recibió un diploma de honor en la Exposición Internacional de Paris. En 1948, se le otorgó el Premio Palanza y en 1952, participó en la Bienal Internacional de Venecia. En 1965 recibió la Medalla de Oro del Honorable Senado de la Nación por su obra La Costurera. Al cumplir 80 años, en 1961 el Museo Nacional de Bellas Artes realizó una muestra retrospectiva en su homenaje. Ejerció el cargo de maestro de dibujo, fue Auxiliar de Inspección en el Consejo Nacional de Educación y dictó cátedras de dibujo y pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.
Desarrolló un lenguaje de empastes densos y paleta de baja saturación que hacia fines de los años 30 -luego de experiencias impresionistas y post impresionistas- ya se halla consolidado. Su obra, en sintonía con la producción de la Escuela de La Boca, se mantiene en el marco de una concepción naturalista. Daneri potencia la emoción y la expresividad, centrándose en la simplicidad de lo cotidiano, observado con austeridad.
La naturaleza muerta fue uno de los géneros preferidos por Daneri, que oculta detrás de su simpleza un alto contenido simbólico. Representa objetos de cocina cotidianos y humildes, frutas, panes, vino. Despoja sus modelos de exceso y detalles superficiales, logrando síntesis y construcciones sólidas.
Naturaleza muerta (1947) obtuvo el Primer Premio Adquisición en el XXVII Salón de Rosario de 1948. Representa utensilios de cocina modestos -un hervidor, una pava, un mortero, una botella - y frutas, peras y bananas. Observa su modelo ligeramente desde arriba, generando una composición moderna, renovada, que favorece la estructura de la imagen. Define las formas con trazos gruesos de pincel, materia densa y una paleta de ocres, verdes, tierras y grises azulados, con los que logra traducir el bodegón de manera poética, atravesando la mera apariencia y atendiendo a lo esencial de las cosas.
Bibliografía:
López Anaya, Jorge, Historia del arte argentino, Buenos Aires, Emecé, 1997.
Córdoba Iturburu, Cayetano, 80 años de pintura en la Argentina, Buenos Aires, La Ciudad, 1978.
Aldo Pellegrini, Panorama de la pintura argentina contemporánea, Buenos Aires, Paidós, 1967.
Nanni, Marta, “Encuentros en Buenos Aires” AAVV, Argentina 1920-1994, Oxford: The Museum of Modern Art, 1994.
Costantin, Maria Teresa, “La mirada desde la sombra” en catálogo de exposición Eugenio Daneri 1881-1970. La mirada desde la sombra, Buenos Aires, Fundación Osde, 2008.
https://issuu.com/artefundosde/docs/catalogo_eugenio_daneri_-_la_mirada
María de la Paz López Carvajal
Daneri, Eugenio
Buenos Aires, 1881
Buenos Aires, 1970
Hacia fines de siglo XIX y principios de siglo XX, los procesos inmigratorios generaron una coyuntura cultural de cruces y mezclas, de desplazamiento de las tradiciones criollas y de inicio de utopías marcadas por la modernidad europea. Eugenio Daneri no adhirió ni a la nostalgia rural de sus contemporáneos ni a los programas de renovación estético-formalistas sino que se mantuvo en el marco de una concepción tradicional de la pintura. Su acción se circunscribió a las actividades desarrolladas en El Ateneo Popular de La Boca junto a los pintores Lacámera, Victorica y Cúnsolo, entre otros.
Hijo de inmigrantes italianos, vivió en el barrio de Barracas desde los diez años y este paisaje le inspiró una visión muy personal y profunda del Riachuelo. Comenzó su formación en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes en 1889 y luego, influido por Malharro y Quirós, sus primeros pasos fueron postimpresionistas. Participó en la Exposición del Centenario (1910), en la que recibió una Medalla de Bronce por su obra Figura. En 1911 expuso en el Primer Salón Nacional y lo haría por 48 años. En el V Salón Nacional, fue galardonado con el Premio Estímulo por su obra Barcas abandonadas. Luego, recibió el Segundo Premio (1931), el Primer Premio Comisión Nacional de Cultura (1941), Primer Premio (1943) y el Gran Premio de Honor (1945). En 1937, recibió un diploma de honor en la Exposición Internacional de Paris. En 1948, se le otorgó el Premio Palanza y en 1952, participó en la Bienal Internacional de Venecia. En 1965 recibió la Medalla de Oro del Honorable Senado de la Nación por su obra La Costurera. Al cumplir 80 años, en 1961 el Museo Nacional de Bellas Artes realizó una muestra retrospectiva en su homenaje. Ejerció el cargo de maestro de dibujo, fue Auxiliar de Inspección en el Consejo Nacional de Educación y dictó cátedras de dibujo y pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.
Desarrolló un lenguaje de empastes densos y paleta de baja saturación que hacia fines de los años 30 -luego de experiencias impresionistas y post impresionistas- ya se halla consolidado. Su obra, en sintonía con la producción de la Escuela de La Boca, se mantiene en el marco de una concepción naturalista. Daneri potencia la emoción y la expresividad, centrándose en la simplicidad de lo cotidiano, observado con austeridad.
La naturaleza muerta fue uno de los géneros preferidos por Daneri, que oculta detrás de su simpleza un alto contenido simbólico. Representa objetos de cocina cotidianos y humildes, frutas, panes, vino. Despoja sus modelos de exceso y detalles superficiales, logrando síntesis y construcciones sólidas.
La pintura de paisajes en los años 20 y 30 tuvo gran repercusión en los salones oficiales como defensora de las ideas nacionalistas. Las vistas idealizadas e incontaminadas del interior del país, erigían la defensa de los valores argentinos frente al avance de la modernidad y de la inmigración. Daneri pintó paisajes durante toda su vida, pero su objetivo fueron algunos fragmentos suburbanos sobre los que avanzaba la metrópoli, en especial rincones de La Boca y del Riachuelo. En Paisaje, compone una vista suburbana en la que sugiere a sus pobladores -no los representa- y despoja los objetos de detalles superficiales, logrando síntesis con una construcción sólida
Bibliografía:
López Anaya, Jorge, Historia del arte argentino, Buenos Aires, Emecé, 1997.
Córdoba Iturburu, Cayetano, 80 años de pintura en la Argentina, Buenos Aires, La Ciudad, 1978.
Aldo Pellegrini, Panorama de la pintura argentina contemporánea, Buenos Aires, Paidós, 1967.
Nanni, Marta, “Encuentros en Buenos Aires” AAVV, Argentina 1920-1994, Oxford: The Museum of Modern Art, 1994.
Costantin, Maria Teresa, “La mirada desde la sombra”en catálogo de exposición Eugenio Daneri 1881-1970. La mirada desde la sombra, Buenos Aires, Fundación Osde, 2008.
https://issuu.com/artefundosde/docs/catalogo_eugenio_daneri_-_la_mirada
María de la Paz López Carvajal