El artista utiliza frazadas lisas, texturadas o estampadas, que interviene con pintura. De este modo, reformula y resignifica el perfil cotidiano de un objeto que se constituye como metáfora de protección y cuidado.
En "Otiuras" emplea formas orgánicas de la naturaleza: pulpos, soles, estrellas marinas y flores. Mediante las aplicaciones tejidas y cosidas de estos íconos, rescata el hacer manual y las técnicas tradicionales ejecutadas por las mujeres de su país natal -tramas ñandutíes-; pero también su relación personal con Paraguay y con su gente, co-autora de este tipo de trabajos.
Por consiguiente, a través de esta estética aparentemente ornamental y banal y sirviéndose de prácticas propias del hacer femenino, Centurión plasma sobre las cobijas “la crisis de la oposición binaria entre lo femenino y lo masculino, y la concepción contemporánea de la diferencia múltiple y heterogénea de los sexos”. (1)
En este sentido, con la utilización de mercancías de consumo masivo, sus obras marcan la tensión entre la serialidad de los productos de mercado y el acabado artesanal, generando una reflexión acerca de la producción de arte actual.
(1) López Anaya, Jorge, Ritos de fin de siglo, Buenos Aires, Emecé Editores, 2003, p. 211.
Centurión, Feliciano
San Ignacio, Paraguay, 1962
Buenos Aires, 7 de noviembre de 1996
A mediados de la década del 70 Feliciano Centurión se radicó en Buenos Aires. Allí comenzó sus estudios en el campo del arte. En 1985, egresó de la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón como Profesor Nacional de Pintura. Cuatro años más tarde, se recibió como Profesor Superior de Pintura en la Escuela de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova.
Sus lienzos, de la década del ochenta, muestran una pincelada sumamente expresiva, cargada de fuerza y vitalidad. Utiliza este lenguaje en función de problemáticas relacionadas con la condición humana, las cuales constituyen el eje de producciones posteriores.
La necesidad de contactarse con un mundo más íntimo lo llevaron a indagar en nuevos soportes: lonetas, sábanas y cortinados. Posteriormente pasó a una producción objetual. Continuando con los textiles, a los que añade una serie de pequeños animales tejidos que tienen gran vinculación con el arte kitsch, en cuanto a la factura se refiere.
Recién en los 90 Feliciano Centurión comienza a utilizar sus características frazadas. Con ella, el artista se acopla a un ambiente en donde se vuelve a poner en cuestión las grandes tradiciones artísticas, a partir del empleo de elementos relacionados con los gustos y la opulencia del pequeño burgués. En esta instancia, el Centro Cultural Ricardo Rojas y el ICI (Instituto de Cooperación Iberoamericano) se convierten en los espacios de apoyo de esta estética, cuestionadora y cuestionada, de la cual Centurión, Gumier Maier y Omar Schiliro, entre otros, pasan a ser referentes cruciales.
Expuso sus obras tanto colectiva como individualmente en galerías, bienales y museos de Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil, Cuba y Francia. Obtuvo distinciones como: Tercer Premio, Premio Martel de Pintura, Centro de Artes Visuales, Asunción, 1990; Primer Premio, Premio Martel de Pintura, Centro de Artes Visuales, Asunción, 1992 y Premio Fundación Nuevo Mundo, Buenos Aires, 1993.