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Pettoruti, Emilio

La Plata, provincia de Buenos Aires, 1892
Paris, Francia, 1971

Se inició en la pintura junto con su abuelo. A posteriori concurrió a la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal.

En 1913 viajó a Italia, radicándose en Nápoles. Visitó la muestra Exposición de Arte Futurista Lacerba en Florencia, donde conoció a Filippo Marinetti, Carlo Carrà, Humberto Boccioni, y a otros artistas con los cuales entabló amistad.
En 1909 se publicó el primer Manifiesto Futurista escrito por Marinetti. Ese fue su primer contacto con obras de vanguardia, que lo impulsaron a trabajar en diversas direcciones con el fin de encontrar nuevos planteos para su producción.

La formación de Pettoruti en Florencia continuó siendo autodidacta, a excepción de un curso tomado con Augusto Giacometti y un breve paso por el Reggio Instituto delle Belle Arti. Su interés por el arte de vanguardia se alternó con el estudio de las composiciones de los florentinos primitivos cuatrocentistas.

En 1916 realizó su primera exposición individual, y conoció a Xul Solar, de quien realizó un retrato presentado en dicha muestra. Al año siguiente se instaló en Roma. Allí, forjó amistad con Argengo Soffici y Giorgio De Chirico.

Por entonces, el artista planteó en su obra el problema de la dinámica y el movimiento pero no en el mismo sentido que los futuristas. Más bien, consideró ambos conceptos como ideas abstractas, libres de toda objetividad. La búsqueda de una luz autónoma, no fundada en el natural, constituyó otra de sus reflexiones derivando en una preocupación recurrente dentro de su producción.

Pettoruti regresó a Buenos Aires en 1924 con la idea de retornar a Europa para instalarse definitivamente en París. No obstante, su estadía en el país fue definitiva.

Apenas llegado del viejo continente, el artista se puso en contacto con los integrantes del Grupo Martín Fierro, que en la Argentina de los años 20 representaba al movimiento moderno, concentrando escritores, poetas y artistas.
Realizó una muestra en la Galería Witcomb, donde presentó obras decididamente vanguardistas para la época, las cuales provocaron uno de los escándalos más prominentes para estudiar el impacto de los nuevos lenguajes en el campo artístico porteño. La revista Marín Fierro encarnó el frente de su defensa luego de la exposición.

Realizó numerosas exposiciones individuales y colectivas tanto en el país como en el exterior. Ha participado en la XII edición de la Bienal de Venecia.

Recibió entre otros, el Premio Continental Guggenheim de las Américas 1956.





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