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Bellocq, Adolfo
Buenos Aires, 1899
Buenos Aires, 1972
Grabador dedicado a la xilografía y pintor de caballete, Bellocq ha sido considerado autodidacta aunque profundizó sus artes en Europa. Sus primeras experiencias fueron realizadas en talleres industriales.
Impulsó el desarrollo de las artes gráficas en la Argentina no solo como maestro sino como organizador de exposiciones. La muestra El Grabado en la Argentina, inaugurada en 1931 en el Museo Nacional de Bellas Artes fue distinguida en su tipo en el país. Luego concretaría las de 1932 y 1934 en la Comisión Nacional de Bellas Artes y en el palacio del Consejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires respectivamente.
Recibió, entre otros, el Premio Estímulo en el Salón Nacional de 1926, el Premio único al Grabado en el Salón Nacional de 1929 y una medalla de plata en la Exposición Internacional de Paris en 1937.
Ha realizado numerosas exposiciones individuales y participado con sus obras en exposiciones colectivas, entre ellas El Grabado en Argentina, realizada en el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino desde el 25 de octubre al 22 de noviembre de 1942, auspiciada por la Dirección Municipal de Cultura de Rosario, con las obras Atorrantes, El que no llora no mama (serie refranes) y Padres, que figuran en catálogo con los números 238, 239 y 240 respectivamente .
Ha trabajado como ilustrador de las más significativas obras literarias de la argentinidad como Martin Fierro, de José Hernández, El Matadero de Esteban Echeverria y también Historia de Arrabal, de Manuel Galvez y Sueño de una noche de Castilla (1925), de Angel Estrada.
Fue jefe del taller de grabado en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova desde 1928.
Perteneció, junto con Adolfo Facio Hebequer, Abraham Vigo, Agustín Riganelli y José Arato al Grupo de Boedo. Este grupo, activo en la década del 20 y que toma su nombre de la calle donde se editaba la revista Claridad, estaba constituido por escritores y artistas cuya práctica artística adhería a las reivindicaciones por las que reclamaban los sectores populares. La obra gráfica de duro oficio y de lenguaje simple, realista y directo, producto de la observación, fue para los Artistas del Pueblo un medio inmediato para difundir sus ideas.