Juan B. Castagnino adquirió la pintura Moisés presentado a la hija del Faraón de Jacopo Vignali al anticuario italiano Luigi De Servi en 1911. De Servi -también pintor estimado en los círculos artísticos argentinos desde fines de siglo XIX-actuó como intermediario en la compra de varias de las pinturas de la colección de old masters de Castagnino y su vínculo está documentado en el archivo personal del coleccionista. De Servi refirió la procedencia del Vignali a la colección del marqués de Mansi y su venta coincide con la dispersión de la quadrería original del marqués Gio. Battista de Mansi, integrante de una de las casas nobiliarias más antiguas de la ciudad de Lucca, que tuvo lugar en 1894. Moisés presentado a la hija del Faraón figura en el catálogo de la venta registrado en la Sala Terza con el número 7 como Bambino Mosé preséntato allá figlia di faraone, 1,26 x 1, Iacopo Vignali, número de inventario 1673.
Jacopo Vignali había nacido en Pratovecchio, Arezzo en 1592. Filippo Baldinucci -uno de los más significativos biógrafos de artistas florentinos del período barroco- apenas lo recuerda como discípulo de Mateo Roselli (hacia 1605) y maestro de Carlo Dolci. Fue Sebastiano Bartolozzi quien profundizó en su biografía en Vita di Jacopo Vignali (Florencia, 1753) gracias a que el archivo del artista fue puesto a su disposición por sus herederos. El autor menciona que hacia 1616 Vignali asistió a la Accademia del Disegno de Florencia y que desde ese año obtuvo importantes encargos. Durante los años 30, etapa en la que Florencia fue asolada por la peste, fue uno de los pintores favoritos entre los comitentes para la ejecución de retablos y pintura de devoción. Activo en Florencia (1616 y 1663), Lucca (1646) y Pisa (1649) trabajó, entre otros, para Angelo Galli, Giovanni Guicciardini y el cardenal Carlo de Medici. Miembro de la cofradía San Benedetto Bianco, ha sido destacado por sus biógrafos como un modelo de piedad. Su vocación religiosa lo inspiró en temas bíblicos que ejecutó a lo largo de su vida.
El vínculo de Vignali con la casa nobiliaria de Mansi lo señala Bartolozzi, que menciona una pintura identificada con el tema que nos ocupa: “el descubrimiento del niño Moisés aventurándose en la corriente del Nilo: un concepto que con el tiempo tradujo en pintura en el genio de otras figuras particularmente el de Casa Mansi de Lucca”. Esta cita ubica a nuestra pintura -documentada en el catálogo de la venta de 1894 ya referido- en esta colección por lo menos desde el siglo XVIII. El año 1647 pintado junto a la firma coincide con la etapa de actividad en Lucca, otro dato que afianza la autenticidad de la procedencia.
Nuestra pintura fue realizada un año después de la que hoy integra la colección del Seminario Mayor de Florencia, titulada Ritrovamento de Mosé. Se trata de un óleo de casi idéntica composición, de forma octogonal, de 121 x 94 cm y que se reproduce en el catálogo Repertorio della Pittura Fiorentina del Seicento de Giuseppe Cantelli como original de Vignali. Esta tela llegó al Seminario a través de la Compagnia di San Benedetto Bianco, cofradía de carácter devocional y caritativo que había recibido el legado de Gabriello Zuti -miembro de la cofradía como Vignali- a su muerte en 1680, constituido por ocho pinturas octogonales encargadas en la segunda mitad de los 40 para su residencia a diferentes artistas activos en Florencia. Vale destacar que Cantelli revela la existencia de otra versión del mismo tema con mínimas variantes que estaría perdida y que seguramente se trata de la que hoy se halla en el Museo Castagnino.
El mismo tema había sido abordado en 1625 para un encargo de la familia Pucci, colección en la que permaneció hasta 1960 y de la que se conservan estudios, como el del centro de arte francés Lehman Loeb del Vassar College (NY).
El asunto elegido por Vignali es el detallado en Éxodo 2,3-10. Moisés nació en la época en que un decreto real -del que no existen testimonios extrabíblicos- prescribía la muerte de los varones hebreos recién nacidos. Entonces fue arrojado a las aguas del río Nilo en una cesta, donde fue encontrado y salvado por la hija del faraón. Vignali le da un giro a la interpretación del asunto: focaliza su composición en la tensión de la mirada del niño y la hija del Faraón, innovando en la manera de representar el tema y soslayando referencias descriptivas tradicionales de la escena. La luz, dinámica, la resuelve con múltiples focos: acentúa el vínculo de las dos figuras principales y deja el rostro de la segunda mujer en penumbra, pero destaca su cuello y hombros con sensualidad. En el fondo, apenas se adivinan otros personajes. La elegancia depurada de su estilo acuerda con el clásico refinamiento de la corte de los Médicis durante el seiscientos florentino.
María de la Paz López Carvajal
Vignali, Jacopo
Pratovecchio, Italia, 1592
Firenze, Italia, 1664
