La condición de la escritura, entre otras modalidades, operó como un mecanismo conceptual en la producción de Ferrari. La misma ya aparecía en algunos de los maniquíes de 1994, donde el artista apuntaba fragmentos de textos bíblicos y poemas de Jorge Luis Borges, André Breton y otros autores. No obstante, tomó un rumbo diferencial en las láminas trabajadas con braille.
Las intervenciones realizadas con este sistema de escritura sobre desnudos fotográficos, imágenes religiosas, noticias periodísticas, y publicaciones de la ONU y de la Iglesia, condujeron al autor a un ejercicio de apropiación de las tradiciones históricas y de los usos que las mismas hicieron de la imagen y la escritura. Instrumentos que usó “la cultura europea, la gigantesca empresa de occidentalización que se abatió sobre el continente americano” dando forma a una “guerra de imágenes que se perpetuó durante siglos y que hoy no parece de ninguna manera haber concluido”.[1]
A esta serie de obras pertenece Ámate, un escrito en braille sobre una estampa de Utamaro. Una reproducción característica de la iconografía erótica oriental, cuyas connotaciones ponen en conflicto palabra e imagen mediante la frase inscripta: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, uno de los mandamientos promulgados por la Iglesia Católica.
Con el pasar de los años, el activismo de Ferrari echó raíces sobre estos usos. Con una perspectiva contemporánea, sus obras abrieron paulatinamente cada vez más puertas a una serie de debates que incluyen no solamente problemáticas religiosas, sociales e históricas, sino también otros conflictos que la producción artística pone de manifiesto a la hora de ser exhibida en un ámbito público.
La obra Ámate guarda una historia particular en este sentido. En 2002 fue presentada en el Museo Castagnino en la muestra colectiva "Pie de obra", desarrollada en el marco del X Festival Internacional de Poesía. Como suele ocurrir con la producción de este artista, la obra protagonizó una serie de circunstancias que pusieron en riesgo la posibilidad de su exhibición el día de la inauguración; lo que hizo recordar los sucesos ocurridos en el mismo museo tres años atrás.[2]
Si en aquel entonces la imagen, en sí misma, imponía una dosis de riesgo en un sistema cultural que naturalmente atentaba contra la posibilidad de una dislocación social, a posteriori, dicha representación pasó a ser valorizada por el grado de complejidad que su discurso encarnaba y por las tensiones que propagaba en su función natural de señalar.[3]
En el marco de una apuesta al arte contemporáneo, impulsada por la política institucional llevada adelante por el Museo en aquel entonces, esta obra fue incorporada en la colección al finalizar la exhibición. A fines de ese mismo año, la institución comenzaba a desarrollar su programa de incorporaciones de obras contemporáneas de artistas argentinos, y un año después, a plantear la apertura de una nueva sede (el Macro), dedicada específicamente a aquellas propuestas artísticas circunscritas a instancias proyectuales de riesgo.
* Edición del ensayo de Nancy Rojas, Imágenes de culto, publicado en el afiche-catálogo de la muestra León Ferrari. Antológica, Rosario, Museo Castagnino+Macro, sede Castagnino, 6 de mayo al 29 de junio de 2008.
[1]SergeGruzinski, “Introducción”, en: Gruzinski, Serge, La guerra de las imágenes…, op. cit., p. 12.
[2] En noviembre de 1999, durante la reapertura del Museo Castagnino que había estado cerrado por reformas, una persona irrumpió en la muestra 34ARC(34 artistas rosarinos contemporáneos), curada por Andrés Duprat y Sonia Becce, arrancando un fotomontaje de la artista MónicaCastagnottoque“mostraba una alternancia de vírgenes y vaginas”.
[3] Cf. Martín Prieto, “Fin de la censura contra León Ferrari. La lección de anatomía”, Revista Ñ, Clarín, Buenos Aires, 21 de septiembre de 2002.
Ferrari, León
Buenos Aires, 1920
Buenos Aires, 1 de julio de 2013
Artista argentino de trayectoria internacional, ineludible para los desarrollos del arte contemporáneo, siendo uno de los principales referentes de la corriente estético-política. Sus imágenes cuestionan aquellas tradiciones políticas y culturales que atentan contra los derechos humanos y la libertad de expresión al mismo tiempo que promueven un arte vinculado con el contexto vigente.
Estudió Ingeniería en la Universidad de Buenos Aires, profesión que ejerció hasta 1976.Si bien en los años 40 realizó algunas pinturas al óleo, un viaje a Italia en 1952 lo acercó al campo de la escultura cerámica, realizando en Milán su primera exposición, hacia 1954. Desde entonces, ya de regreso al país, esta disciplina le permitió la experimentación con diversos materiales: yeso, cemento, madera y alambres, comenzando a desarrollar las primeras líneas de un lenguaje, con el que luego asumió una posición decisiva ante la realidad contextual y artística. En sus abordajes se entrecruzan “la sostenida problematización del poder, el cuestionamiento de los valores éticos y estéticos dominantes, la representación de la violencia, la celebración de la sensualidad, las indagaciones sobre el erotismo, el uso del montaje, las repeticiones, la literalidad, la ironía, el humor”.[1]
En la convulsionada década del 60 para la política nacional e internacional así como para el campo del arte argentino, Ferrari comenzó a desarrollar una de sus principales líneas de trabajo: la relación entre imagen y texto escrito indagada a partir de mecanismos que le permitieron reforzar el contenido crítico de sus obras, y poner en foco las primeras connotaciones políticas. En este contexto cabe destacar Cartas a un general (1963), conjunto de dibujos realizados a partir de la grafía deforme e ilegible y “Cuadro escrito” (1964) un compendio de escrituras manuscritas del artista.
Hacia la segunda mitad del decenio las obras del autor reafirman su perfil en relación al clima de la época, siendo la guerra de Vietnam el eje de sus acciones y de sus producciones. Además de participar en exposiciones clave como “Homenaje al Vietnam” (1966), Ferrari ejecutó La Civilización Occidental y Cristiana (1965) —pieza paradigmática en la tradición de la vanguardia estético-política del arte del siglo XX— y Palabras ajenas (1966), collage literario sobre dicho conflicto bélico. Éstas y otras realizaciones fechadas entre 1965 y 1970 manifiestan cómo la producción de Ferrari se inscribió en un espacio desplegado entre el arte desmaterializado y el manifiesto político. En este sentido, es preciso mencionar además su participación en Tucumán Arde (1968), proyecto colectivo estético-político llevado adelante por artistas rosarinos y porteños.
En los años 70, Ferrari continuó participando en algunas muestras colectivas de carácter político.
Desde 1972 integró el Foro por los Derechos Humanos y al Movimiento contra la Represión y la Tortura hasta 1976. Año en que debió abandonar el país por razones políticas, exiliándose en San Pablo (Brasil).
Allí inició un nuevo período en el trayecto de su lucha artístico-política. Nosotros no sabíamos es parte de ese proceso. Fechado ese mismo año, el trabajo compila noticias de diarios argentinos que informan sobre los crímenes desatados por el gobierno militar de facto.
También retomó la producción de esculturas metálicas. En 1979, en el marco de una muestra colectiva de arte lúdico llevada a cabo en el Museo de Arte Moderno de esa ciudad, expuso varias obras que originaban la participación del público. A raíz de eso desarrolló un grupo de instrumentos musicales, que luego utilizó en varios conciertos-performances.
La experiencia del exilio tuvo un fuerte impacto en la obra de Ferrari. Experimentó con fotocopia, arte postal, heliografía, microfichas, video-texto, entre otras. Técnicas que le permitieron una mayor y rápida comunicación y difusión de su obra. Asimismo, desde el punto de vista de las implicancias que poseía el traslado en su vida social, una visión diferente de la ciudad y de la vida urbana alentó la realización de Imagens, una histórica serie de heliografías que data de la primera mitad de la década del 80.
En 1983 participó en la muestra “Arte e Videotexto”, organizada por Julio Plaza en la XVII Bienal de San Pablo. Poco después retomó el tema religioso a través de collages y fotomontajes, donde entrecruzó ilustraciones de los relatos bíblicos del cristianismo con fotografías de la jerarquía eclesiástica, imágenes contemporáneas, dibujos pornográficos orientales, documentos sobre el nazismo. Así dio origen a Relecturas de la Biblia, conjunto censurado en 1988, en la exhibición Arte en Iberoamérica.1820-1980.[2] También de esta época es la serie de obras que materializó con estiércol de aves.
En 1991, año en que retornó al país, en una retrospectiva en el Museo Sívori de Buenos, el artista mostró una versión diferente de ese grupo de obras. En la instalación, que se titulaba La Justicia, un ave defecaba sobre una balanza refiriéndose al modo en que operaba la justicia argentina en ese tiempo. Denunciaba la sanción de la Ley de Punto Final (1986), que establecía la paralización de los procesos judiciales contra los autores de las detenciones ilegales, torturas y asesinatos en la etapa de dictadura militar, y de Obediencia Debida (1987), que eximía de responsabilidad a quienes torturaron o asesinaron cumpliendo órdenes de sus superiores.[3] Dado que La Justicia originó fuertes cuestionamientos en defensa de la gallina, Ferrari expuso la obra al año siguiente en el Espacio Giesso[4] pero con el animal embalsamado. Esta vez la tituló Autocensura.
El hecho mencionado instauró una etapa con nuevas cualidades, visibles en su recorrido desde los años 90. En este período, sus imágenes reactivaron los dispositivos de batallas previas reiterando los cuestionamientos a la represión, el poder y al cristianismo. Este uso de la imagen comportó variadas objeciones del público en distintas presentaciones realizadas por el autor. Tanto las producciones plásticas como las cartas y artículos periodísticos que escribió en respuesta a sucesivas censuras de ciertas piezas reafirmaron el espíritu de la provocación y un planteo sobre el concepto de obra de arte que ya había formulado en los 60.
Desde entonces, esas reflexiones también fueron llevadas a cabo mediante pasteles y acuarelas. También hacia 1992 comenzó la realización de obras con peces, ranas y axolotes.
En 1995 Ferrari realizó su serie Nunca más. Un conjunto de ilustraciones para la reedición en fascículos del libro homónimo de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de las Personas), publicada ese año por el diario Página 12. Un informe de 1984 que registra las desapariciones, centros clandestinos y los crímenes de lesa humanidad ejecutados por el gobierno militar durante el Proceso, desde 1976.
Entretanto, mientras participó en muestras y eventos que denunciaban las desapariciones de la última dictadura, en 1994 el autor inició un cuerpo de trabajo realizado a partir de maniquíes, sobre los que aplicó collages de imágenes sagradas y profanas, así como también, manuscritos de textos bíblicos, poemas de Borges. Antecedente de dos importantes series de imágenes trabajadas con braille, en 1997. Una de ellas, poemas de amor de Jorge L. Borges plasmados con este sistema de escritura sobre fotografías de desnudos de diversos autores. La otra, versículos bíblicos, sobre imágenes religiosas, noticias periodísticas, y publicaciones de la ONU y de la Iglesia sobre derechos humanos, la pobreza, el aborto, etc.
Más tarde, Ferrari continuó indagando en el terreno de otras escrituras, donde la forma gráfica de la palabra adquirió una fuerte presencia, marcando el límite entre lo legible e ilegible. Operatoria que empleó luego sobre la superficie transparente con las que cerró un conjunto de cajones. Proceso que también puede verse en las cajas iniciadas en 1999 que contienen diversos objetos: aviones de juguetes, flores e insectos plásticos.
En 2000 presentó L’Osservatore Romano. Una serie de collages realizados sobre páginas de la edición española del diario homónimo de la ciudad del Vaticano.
Además de estos cuestionamientos constantes a la Iglesia, el terrorismo, la guerra en el ámbito internacional, el hambre y la corrupción en Argentina, son problemáticas que el artista abordó hasta sus últimos días. En este contexto se encuentra Electronicartes, de 2002 y 2003. Un conjunto de objetos y collages con los que el autor denunció el Imperio Bush en pleno contexto de la guerra contra Irak.
Desde 2005 retomó el trabajo escultórico. Ejecutó piezas aéreas y de cierta organicidad realizadas con alambres y ramas de sauce eléctrico. Huesos de poliuretano atados con alambre que muestran un caso distintivo dentro de sus esculturas (2006)y masas informes de este último material que yuxtapuso con instrumentos musicales (2007).
Su exposición “Infiernos e Idolatrías” en el Instituto de la Cooperación Iberoamericana (2000) y su muestra retrospectiva en el Centro Cultural Recoleta (2004) provocaron intensos debates y agresiones por parte de simpatizantes de la Iglesia Católica. Ha realizado además una muestra antológica en la Pinacoteca do Estado, en San Pablo, Brasil (2006) y simultáneamente en la Bienal de San Pablo. En 2007 expuso en la Documenta 12, de Kassel, en la 6° Bienal del MERCOSUR y en la 52° Exposición Internacional de Arte Bienal de Venecia, donde obtuvo el León de oro. En 2008 presentó su obra en el Museo de Arte Carrillo Gil, México y donó varias piezas. En 2009 el MoMA realizó "Alfabeto Enfurecido", muestra itinerante junto a la obra de Mira Schendel. que se presentó luego en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, culminando en Fundación Iberé Camargo de Puerto Alegre.
En 2010 participó en distintas exposiciones nacionales e internacionales. En Argentina, su obra integró la muestra “Siete imaginarios y una realidad”, llevada a cabo en el Museo del Tigre, y en ocasión del bicentenario, exhibió obra en “Las Mujeres, 1810-2010”, Casa del Bicentenario y en “¿Qué carajo celebramos?”, en Plaza de Almas, Salta. Además, en la muestra “Luces de León” realizada en la Casa de la Cultura en homenaje al artista reunió muchas de las obras producidas por el artista en 2010. A nivel internacional, participó de la muestra itinerante “Principio Potosí” en el Museo Nacional de Arte Reina Sofía; en la exposición “Re-encontres”, realizada en la Iglesia de Santa Ana, Arles, Francia.
De modo colectivo, su obra ha sido ha sido expuesta en Italia, Argentina, Francia, EEUU, Chile, Brasil, Cuba, España, México, Colombia, Japón, Portugal, Alemania, Canadá, Yugoslavia, Noruega y Puerto Rico.
Entre sus distinciones, cabe mencionar: Premio de escultura en el “Salão de Arte de RiberãoPreto”, 1979; Premio de grabado en la IV Bienal Americana de Artes Gráficas, Cali, 1981; Mención en la I Bienal de La Habana, 1984; Premio de la Asociación de Críticos de San Pablo a la mejor muestra, 1983; Beca Guggenheim, 1995; Medalla de las Abuelas de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 1997; Premio a la trayectoria de la Asociación de Críticos de Arte y Premio de Pintura en el Salón Belgrano, 1998; Premio Costantini, 2000; Premio Banco Nación, 2001; Premio Konex, Buenos Aires, 1992 y 2002.
Entretanto, fue autor de numerosas publicaciones, tales como: “Escrito en el aire” (1964), “Hombres” (1984), “Cuadro escrito” (1984), “La Basílica (1985)”, “Parahereges” (1986), “Biblia” (1989),”Imagens” (1989), “Exégesis” (1993), “La bondadosa crueldad” (2000) y “Prosa política” (2005). Participó en congresos de historia del arte y publicó gran parte de sus artículos en el diario Página 12. Se destaca, también, su participación en congresos en el país y en el exterior con diversas ponencias, como parte de la iniciativa de difundir su pensamiento.
Fue socio honorario del CAIA (Centro Argentino de Investigadores de Arte) y miembro fundador del CIHABAPAI (Club de Impíos, Herejes, Apóstatas, Blasfemos, Ateos, Paganos, Agnósticos e Infieles), que en la Navidad de 1997 solicitó al Papa que gestionara la anulación del juicio final y de la inmortalidad, y en 2001, el desalojo y demolición del infierno.
Particularmente, el Museo Castagnino+Macro ha realizado tres relevantes exposiciones del artista: “León Ferrari”, 2008; “229 Ferraris”, 2009. Año en que el autor donó más de 100 obras en el marco del programa de incorporaciones de obras contemporáneas de creadores argentinos. Con ese aporte la institución logró reunir reunió el conjunto más amplio de obras de León Ferrari que existe en instituciones del país. éstas, fechadas entre 1976 y 2009, ponen en foco las principales etapas de producción de este polémico artista, referente crucial e indiscutible del arte argentino.
También en 2019 se llevó adelante, “Prosa política”. Una muestra que puso en foco los modos de intervención pública suscitados a partir de un conjunto de piezas del autor.
[1] Andrea Giunta, “Perturbadora belleza”, en: Giunta, Andrea (ed.), León Ferrari. Retrospectiva. Obras 1954-2004, cat. exp., Buenos Aires, Centro Cultural Recoleta, Malba–Colección Costantini, 2004, p. 17.
[2] Muestra itinerante presentada en tres sedes entre mayo de 1989 y marzo de 1990: The Hayward Gallery, Londres; Museo Nacional y Museo de Arte Moderno, Estocolmo; Palacio Velázquez, Madrid.
[3] Cf. "Carta a la Sociedad Argentina Protectora de los Animales", en: Ferrari, León, Prosa política, Buenos Aires, Siglo XXI Editores Argentina, 2005, pp. 49-51.
[4] Sobre justicias y preservativos, Espacio Giesso, Buenos Aires, 11 a 28 de junio de 1992.