Médici, Eduardo
Buenos Aires, 1949
Vive y trabaja en Buenos Aires
Estudia dibujo y pintura con Anselmo Píccoli, y se recibe de Licenciado en Psicología.
Desde sus comienzos y, teniendo en cuenta su formación, sus pinturas formulan una perspectiva sobre la vida y la muerte, sobre las miserias humanas. Constituyen profundas reflexiones que derivan de la dirección de su mirada sobre el cuerpo humano.
En la serie De saco y corbata, que realiza entre 1979 y 1980, desarrolla estas ideas a partir de una figuración esquemática. Pinta una serie de personajes que, prisioneros de su vestimenta, marcan una mirada crítica hacia las regimentaciones y los convencionalismos de la sociedad.
A principio de los 80 viaja a México y Guatemala, donde se siente atraído por el peso de las manifestaciones culturales antiguas que hicieron que la muerte tuviera un lugar importante entre las tradiciones populares vigentes.
Entre 1982 y 1983, su lenguaje plástico atraviesa un período de transición, derivando en formas más abstractas y alcanzando un alto nivel de gestualidad que refuerza a través del uso particular del color.
A posteriori, vuelve a recuperar su atención en el cuerpo humano en el plano de la representación. Al principio, a través de seres y cosas en estado de transición, de formación todavía inacabada, que presenta con una apariencia difusa entre números, letras y cruces; símbolos a los cuales luego sigue recurriendo. Luego, los cuerpos empiezan a aparecer desnudos, altos y delgados, en construcciones de fuerte base filosófica, que muestran al hombre como un ser atravesado por la posibilidad de la muerte.
Yo dividido fue realizada en 1990. Pertenece a este grupo de obras, aunque tiene una característica singular; en ella incorpora la palabra escrita en la representación, a través de la cita de un tango de Discépolo que se repite de manera constante.
A lo largo de esta década sigue enfatizando su interés en el tema del cuerpo mediante otras vías. Comienza a emplear otros materiales que combina con la pintura: radiografías, fotocopias, transferencias, negativos fotográficos, etc. De este modo, el drama humano que había subrayado en Yo dividido, deja de ser el leit motiv de la obra y lo que pasa a jerarquizar el autor es la tensión entre recuerdo y olvido.
A lo largo de sus desarrollos, Eduardo Médici recibió las siguientes distinciones: Mención de honor “VIII Bienal de Maldonado”, Primer Premio “Revista Cultura” (1987); Premio Jóvenes Artistas a la Trayectoria, otorgado por la Asociación Argentina de Críticos de Arte (1990); Mención del Jurado “Premio Siemens” (1992); Beca Miró (1993); Segundo Premio Sección Pintura del “Salón Manuel Belgrano” (1994); Primer Premio “Banco Mayorista del Plata” (1995); Premio Arlequín, otorgado por la Fundación Pettoruti (1997).
Entre las últimas exposiciones individuales se hallan: Paraísos perdidos, Diana Lowenstein Fine Arts (Buenos Aires, 2000); María Schneider Gallery (Chicago, 2000); Museo de Arte Moderno (Mendoza, 2000); Pintura-20años, Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires, 1999); Resumen 90-98, Centro Cultural Bernardino Rivadavia (Rosario, 1998); Museo Blanes (Montevideo, 1997); Sicardi-Sanders Gallery (Houston, 1997).
Participó en exhibiciones colectivas realizadas en Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Santa Fe, Bahía Blanca, Mendoza; Santiago de Chile, Valparaíso; La Paz; San Pablo, Río de Janeiro; La Habana; Caracas; Santa Fe de Bogotá, Cali; Cuenca, Quito; Guatemala; Guadalajara, Ciudad de México; Madrid; Miami, Chicago, Washington, Los Ángeles, Nueva York, San Francisco; Londres; Sicilia; París.
Sus obras figuran en colecciones oficiales y privadas de Buenos Aires, Santa Fe, Maldonado, Río de Janeiro, San Pablo y Skopje.