Tras su estadía en Europa, desde 1939 su actividad artística fue variada pero se inclinó especialmente hacia la escultura figurativa de características neoimpresionistas, rasgos expresionistas y clara influencia del arcaísmo de Arturo Martini. En Muchacho del Paraná el autor se inclinó por un carácter más naturalista, permaneciendo fiel a las características clasicistas. Esta producción puede ponerse en relación con otras esculturas de tema litoraleño como Hombre del delta, fechada en 1943.
Fontana, Lucio
Rosario, provincia de Santa Fe, 1899
Varese, Italia, 1968
El rosarino Lucio Fontana posee una indiscutible proyección internacional en la culminación de su carrera.
Comenzó su formación artística de la mano de su padre, un escultor italiano que realizó numerosos monumentos funerarios y diversas tareas decorativas en importantes edificios de la ciudad. Entre ellos, el Teatro El Círculo y el Hotel Italia.
En 1905 se trasladó a Italia con su familia y cursó estudios en la Real Academia de Brera de Milán. Regresó a su ciudad natal en 1920, abrió un estudio y participó en algunos salones. Además, ganó por concurso la realización del monumento a Juana Blanco, en el Cementerio El Salvador. Abrió un taller con Julio Vanzo y en 1925 retornó a Europa. En Milán recibió lecciones del maestro Adolfo Wildt, de tradición clasicista. Luego residió en París, adoptando hacia el tercer decenio del siglo XX, una postura estética inconfundible. Alejado de todo academicismo realizó sus primeras experiencias abstractas. En la conformación de trabajos escultóricos empleó materiales como el metal, la piedra y la cerámica, combinando su oficio con libertad creativa.
En 1930, Fontana se diplomó en la Academia de Brera, realizó su primera exposición individual en la Galería del Milione de Milán y participó en la Bienal de Venecia.
En 1939 retornó a Argentina. Su actividad artística fue variada pero se inclinó especialmente hacia la escultura figurativa de características neoimpresionistas, rasgos expresionistas y clara influencia del arcaísmo de Arturo Martini.
En 1946 dictó clases en la Academia Altamira fundada por Jorge Romero Brest y Jorge Larco. Allí, junto con sus alumnos, publicó el célebre Manifiesto Blanco, mediante el cual se hizo expresa la necesidad de un arte espacial capaz de superar tanto las limitaciones del lienzo como el volumen de la escultura.
Un año más tarde, estando en Milán escribió el Manifiesto Espacialista. Sus sucesivos manifiestos publicados en Italia, principalmente el Técnico de1951, y el referido a la televisión de 1952 fueron paradigmáticos para el desarrollo del arte de las últimas décadas del siglo XX.
En esos años, las elaboraciones conceptuales de Fontana se vieron reflejadas en las transformaciones de lenguajes llevadas a cabo en sus producciones. De ese proceso surgieron los óleos espacialistas. Por un lado, nacieron los llamados tagli, los cuales hacen referencias a aquellas obras donde la tela se encuentra rasgada del derecho y del revés. Por el otro, se hallan los bucchi y refieren al lienzo perforado con pequeños orificios, generando figuras semejantes a mandalas o constelaciones. Esas marcas, que constituyen el gesto del artista, manifiestan la búsqueda permanente de la definición de espacio, permitiendo ambas series acercar al espectador al concepto de lo ilimitado.
La serie de bucchis fue realizada entre 1949 y 1953. En cada obra, Fontana dispuso las perforaciones geométricamente. En formas circulares cíclicas o en líneas quebradas simuló un orden azaroso.
Sus obras han sido expuestas en numerosas ciudades del mundo. Ha participado en múltiples concursos, bienales y salones. Entre ellas, la XXIV Bienal de Venecia de 1948. Entre otras distinciones, obtuvo el Premio Estímulo, Salón Nexus de Rosario 1926 y Primer Premio de Escultura, XXXII Salón Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires 1942.