Castagnino
Del 05.04.19 al 24.11.19
Prosa política
León Ferrari
“Prosa política” articula una serie de piezas que comparten el modo de intervención pública que emerge con La civilización occidental y cristiana. Las palabras del artista, los artículos de prensa y los documentos históricos presentados restituyen la complejidad del programa estético y ético de León Ferrari.
“El arte no será ni la belleza ni la novedad, el arte será la eficacia y la perturbación”
León Ferrari, El arte de los significados, 1968
León Ferrari se posicionó críticamente frente al poder a través de sus piezas y sus declaraciones públicas. Esta actitud tiene su origen en 1965 cuando presentó un Cristo de santería crucificado sobre un avión de guerra estadounidense bajo el título La civilización Occidental y Cristiana. La pieza —que denunciaba las atrocidades de la guerra de Vietnam— fue censurada, atacada por la crítica, escondida y extraviada.
Hoy la obra es un símbolo de la lucha contra la barbarie y la violencia desbordando los límites de la historia del arte.
La exposición “Prosa política” articula una serie de piezas que comparten el modo de intervención pública que emerge con La civilización occidental y cristiana. Las palabras del artista, los artículos de prensa y los documentos históricos presentados restituyen la complejidad del programa estético y ético de León Ferrari.
[…] Lo que pretendo con esas piezas es [...] “enjuiciar nada menos que a la civilización occidental y cristiana”. Porque creo que nuestra civilización está alcanzando el más refinado grado de barbarie que registra la historia. Porque me parece que por primera vez en la historia se reúnen todas estas condiciones de barbarie: el país más rico y poderoso invade a uno de los menos desarrollados; tortura a sus habitantes; fotografía al torturado; publica las fotografías en sus diarios y nadie dice nada. […] Porque nosotros, las caras de los torturados las vemos todos los días en nuestros diarios, los mismos diarios que nos hablan de la libertad, de los derechos del hombre y a los cuales no se les ocurre decir que uno de los más elementales derechos del hombre es el de no ser torturado y que si alguien sabe de una tortura (y no hay mejor documento informativo que la fotografía del hecho sacada y publicada por el torturador), exprese por lo menos una condena verbal. Pero nosotros los civilizados aceptamos todo lo que nuestros diarios resuelven que debe ser aceptado, todo lo que está atractivamente envasado. Y así es como las fotografías de la peor lacra de la humanidad han pasado a ser un objeto más de nuestra producción técnica, otro objeto de intercambio. Porque las fotografías no son publicadas como una condena, con sentido crítico, son publicadas porque aumentan las ventas del diario o la revista, como las fotografías que publican las revistas sensacionalistas: crónica negra.
Esas fotografías y la pasividad de los pueblos occidentales, son el símbolo de nuestra avanzada barbarie. Y otro signo de barbarie es la reacción del cronista de arte, quien, cuando encuentra esas mismas fotografías pegadas en una caja con una intención de “crítica acre o corrosiva”, no se le ocurre condenar la tortura: lo único que se le ocurre es pedir que se prohíba la crítica a la tortura. No se pregunta si los bombardeos a las escuelas del Vietnam son ciertos; lo que pide es que no se lo digan desde un cuadro y no se muestren las banderas de los EE.UU. en las alas de los aviones.
Ignoro el valor formal de esas piezas. Lo único que le pido al arte es que me ayude a decir lo que pienso con la mayor claridad posible, a inventar los signos plásticos y críticos que me permitan con la mayor eficiencia condenar la barbarie de Occidente; es posible que alguien me demuestre que esto no es arte; no tendría ningún problema, no cambiaría de camino, me limitaría a cambiarle de nombre: tacharía arte y lo llamaría política, crítica corrosiva, cualquier cosa.
León Ferrari, “La respuesta del artista”, Buenos Aires: Revista Propósitos, 21/9/1965.
Curaduría: Georgina Ricci
Investigación: Yanina Bossus, Nadia Insaurralde, Georgina Ricci, Andrea Wain.