Colección Castagnino+macro

Fechada en 1929, Mañanita serrana fue exhibida en el XII Salón de Rosario de 1930. La obra fue donada por Rosa Tiscornia de Castagnino luego de participar fuera de concurso, ya que Demetrio Antoniadis había sido nombrado miembro del jurado. El artista ocupaba un lugar de privilegio en el ambiente local: la muestra de paisajes cordobeses que había realizado en 1928 en el salón Witcomb de Rosario había sido recibida con éxito, encumbrándolo la crítica como “el más prestigioso paisajista rosarino”.

La obra, representa un extenso paisaje cordobés cuyas características estilísticas se relacionan con la producción de los paisajistas tradicionalistas activos en las décadas del 20 y del 30. Influenciados por los principios nacionalistas, encontraron en el paisaje incontaminado del interior del país el fundamento de la argentinidad.

Exposiciones:
XII Salón de Rosario, 1930

 

María de la Paz López Carvajal




Antoniadis, Demetrio

Esmirna, Grecia, 1899
Rosario, provincia de Santa Fe, 1965

Según Slullitel, Antoniadis llegó a la Argentina en 1911. Trabajador ferroviario, obtuvo una beca del Ferrocarril Argentino que le permitió realizar sus estudios artísticos en Buenos Aires.
 
Asistió a la Escuela de Artes Decorativas de la Nación y como alumno libre, a la Escuela Superior de Bellas Artes.

Inició su participación en el Salón Nacional en 1921 y en el Salón de Otoño de Rosario en 1923. Obtuvo importantes premios, entre ellos el Premio Estímulo en el Salón de Artistas Rosarinos Nexus en 1926 y el Premio Adquisición Municipalidad de Rosario en el Salón Anual de Artistas Rosarinos en 1945.

Ejerció la docencia en escuelas de Rosario y en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Universidad del Litoral.

El Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de La Boca y el Museo Castagnino+macro, entre otras instituciones, poseen obra suya.

Paisajista, su obra se caracteriza por una visión tradicional de la pintura con influencias de las corrientes luminaristas.
Antoniadis eligió frecuentemente como tema los paisajes serranos, que realizó durante sus continuos viajes a Córdoba durante la segunda mitad de la década del 20 y la del 30. Incluso residió allí por largas temporadas, hecho que le permitió profundizar su técnica pictórica en la resolución de la atmósfera a través de la vibración del color, que se transformó en el asunto esencial de su pintura.




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