macro
Del 10.08.07 al 02.09.07
¿Quien es José Pizarro?
José Pizarro
Pizarro aparece reproducido en imágenes que se multiplican, lo aumentan y nos acercan su presencia.
OBRA DEL TIEMPO
por Matías Lapezzata
extracto del texto de catálogo
Al recorrer la obra de José Pizarro debemos tomar decisiones, asimilar en toda su dimensión los momentos de estasis plena y pensar en relación a nuestro entorno, nuestras acciones y deseos, porque ya no podemos ser nosotros por un lado y la obra por otro. En algún grado la obra nos pertenece, y en ello radica en gran medida su reflexión ética. La obra necesita de la experiencia de alguien que, a partir de su visión, configurándose en realidades que se amalgaman, termine por crear un elemento que le es fundamental y que no se traduce en la consecución de un resultado, sino en actividad, que hace las veces de conector entre el flujo de ideas que en ella se encuentran de antemano. Ideas que nos anteceden porque se encuentran ya en torno a cierto eje que, más allá de la imagen, o mejor dicho, a partir de ella, manifiesta una inquietud en relación al hombre y la técnica. Una inquietud que, si bien no alcanza la forma de una única pregunta, genera una advertencia.
Entre los muchos aspectos visuales de la obra, algo que no puede dejar de mencionarse es el hecho de que José Pizarro aparece reproducido en imágenes que, de uno u otro modo, se multiplican, lo aumentan y nos acercan su presencia. Pero este multiplicarse o aparecer, al mismo tiempo cuestiona, atraviesa y destruye su identidad, al punto de desdibujar su imagen particular, convirtiéndola en la imagen de un hombre cualquiera que habita una ciudad desconocida. Y con humor e ironía, en un guiño hacia manifestaciones propias del imaginario popular, se desdibuja también deformándose en un ser extra-real, que ve por triplicado y quien sabe qué más. Este hombre está por fuera de la órbita de lo cotidiano, pero guarda en sí la pertenencia a lo mundano del tal modo que, aún dislocado, malinterpretado y siendo transferido a un mundo desconocido, se reconfigura a través de la multiplicación de gestos originarios y de otros que lo trascienden en su particularidad, en José Pizarro, artista visual que vive y trabaja en Córdoba, Argentina. Y en conjunción con una voz presente que no puede escucharse, capturada en un soporte analógico que triangula técnica, tiempo y comunicación; con los lenguajes impresos, las letras y las figuras, cuyas diferencias son las diferencias mismas de los mundos posibles y de su entramado, lo que resulta es que la identidad, al igual que la historia, se conforma como un hecho de memoria. Y así, la conexión entre todas las partes es posible tanto como es posible, fantaseando un vínculo inmediato, la conexión entre todos y cada uno de los momentos de la vida de un hombre.