macro
Del 20.11.15 al 01.03.16
Entre pliegues y fragmentos
Fotografías y objetos de dos artistas y un cirujano plástico. Mariela Leal, Claudia Casarino y Ricardo Marujo abordan, en esta muestra,el paso del tiempo y su huella en el cuerpo humano: la carne, el tejido, la costura y el fragmento piel-tejido son mostrados y aludidos de manera reflexiva o con fines médicos.
Metáforas de piel y tela
Mariela Leal nos presenta una serie de formas indeterminadas, en las que podemos atisbar caracteres antropomórficos o animales en algunas en tanto que, en otras, nos parece ver miembros seccionados y apilados.
Ojos, ojos aparentes o fingidos nos miran desde alguno estos montones de forma orgánica, ojos que también podrían ser poros o estomas gigantes de la piel —acumulación vital y aberración se entremezclan ante nosotros. Una suave sensación de desasosiego, una inquietud nos invade. Pero a la vez, cierta gracia bondadosa, cierta reminiscencia de peluche emana de las obras al estar cosidas en hermosas telas, que les confieren cierta calidad de lo delicado. Telas preciosas y estuches protectores que, a modo de preciosos relicarios, las singularizan y les confieren cierto humor, quizás un punto macabro, un punto de sacralidad.
Si lo siniestro ―como propone Schelling― es aquello que debiendo permanecer oculto se ha revelado, las obras de Mariela, en su ambivalencia, encuentran coincidencias con aquellos motivos que Freud asocia al término siniestro: así sucede con las imágenes que aluden a amputaciones de órganos delicados del cuerpo humano, o con la duda de que algún ser aparentemente animado sea en efecto viviente. El psiquiatra nos recuerda que lo siniestro se produce cuando lo fantástico, aquello deseado por el sujeto de forma oculta, velada y censurada, se convierte en real; o cuando lo real asume enteramente el carácter de lo fantástico.
El termino de ambivalencia aplicado a estas formas, a estas pequeñas esculturas que son susceptibles de ser interpretadas de una forma diferente por cada observador, en su calidad de informes o indefinibles, aporta un matiz más a esta interpretación desde la semántica, ya que el termino nos indica que en lo mismo puede estar lo contrario, o que el dolor puede provocar placer.
El horror y el humor son compañeros íntimos en la creación occidental; las tragedias más sombrías de Shakespeare están regadas con humor premeditadamente vulgar. Y en los cuadros del Bosco, animales fantásticos y criaturas imposibles nos aterrorizan y divierten. Sirva también como ejemplo en este caso el film de Tod Browning La parada de los monstruos. En la película los personajes son la perfecta antítesis del glamour: enanos cabezudos o micro-cefálicos; un hombre sin brazos ni piernas que repta por el suelo como un gusano; un hombre esqueleto; un torso humano, etc. Y todos juntos terminan por transformar en una más de ellos a la hermosa protagonista: en el fondo Browning asume que los monstruos están por todas partes, que la vida en nuestra actual sociedad puede también ser vista como un gran circo macabro, en el que sueños y terrores cotidianos ―de alienación, mutilación y muerte― son las fuerzas imperantes.
Es importante saber lo que la propia artista piensa de su obra y los impulsos que la impelen a crearla.
"Todo mi trabajo propone una lectura de la sombra, lo siniestro y el inconsciente muchas veces ligado a la infancia.
En mi caso estas nuevas formas que surgen a partir de un objeto mutilado, faltante de partes, recubierto y vuelto otra cosa, que dan cuenta que estoy trabajando en lo que se pierde y denunciando lo que se oculta.
Con estas nuevas formas quiero construir un mundo en donde la rareza de estas, nos muestren lo que podemos decir o no de nosotros mismos. Para mi es la apariencia de la simulación lo que produce espacios de tensión.
En realidad pienso que esto está en la parte de la mente donde se aloja lo que uno no sabe que no sabe por eso cuestiono lo que no se puede decir, o lo que no se quiere recordar y lo transfiero a una escena que probablemente sea solamente un espacio de absurda y perversa cotidianeidad".
Estos objetos con partes faltantes, con miembros mutilados, espolean nuestra imaginación y nos estimulan a completarlos mentalmente, a sugerir su terminación, pero como los torsos de Rodin, o las figuras amputadas por el paso de los siglos, no serian más bellas si las reconstruyésemos o completáramos materialmente. Y como la artista desea, ese estado de falta, esa carencia, es una presencia por ausencia y un manifiesto de lo oculto. Quizás, la elección del blanco y negro en la fotografía enfatice , más si cabe, la fuerza escópica de estos ¿seres?
Con tela, con ropajes, construirá Mariela estos seres-objeto, forzando incluso la metáfora al dejar escapar intencionadamente el relleno en algunos descosidos; pero, como indica Marguerite Youcenar,los ropajes no son sino la caricatura del cuerpo, nada hay más similar a la piel que un vestido ceñido y no existe otra metáfora más perfecta que imaginar la piel como tal.
Mariela Leal con sus fotografías y objetos, al igual que Claudia Casarino y Ricardo Marujo, nos presentan estas desiguales pieles en diferentes contextos: unas veces las telas son tratadas como carne y en otras la carne, cortada y ajustada como pieza de tela, queda a la espera de ser acomodada sobre el cuerpo.
Casi dos metros cuadrados de epitelio y un poco más de tela
La piel, embalaje y contenedor de lo humano —vestimenta del alma o espíritu— ha sobrellevado diversas fases de aceptación y repulsión en la evolución de nuestro pensamiento occidental. Denostado y demonizado por la Iglesia católica en el pasado, nuestro cuerpo no ha conseguido liberarse de las reminiscencias de la concepción de la nuditas criminalis medieval, es decir, aquella que incita a la lujuria, impropia de cristianos, frente al descaro de las representaciones paganas, en contraposición a la nuditas naturalis que Adán y Eva poseían antes de sucumbir a la tentación, o lanuditas virtualis de los que no poseen ningún pecado.
Nada importa el cuerpo físico de los santos y santas. Con poquísimas excepciones, siempre están tallados con ropajes, revestidos o tapados con mil triquiñuelas y artificios: el pelo cubre pechos y sexos, la piel del cordero oculta hombros y pectorales en un clima tórrido, sólo la muerte o el dolor del castigo corporal nos mostrarán el cuerpo lacerado. La contradicción de ser carne mortal y al mismo tiempo residencia de la divinidad, o templo del espíritu inmortal, no es fácil de resolver ni siquiera en escultura.
Lujosos vestidos de encajes y sedas, oros, perlas y piedras preciosas, engalanan Dolorosas, Vírgenes, Santos y Mártires. El lujo de estas telas-pieles es el símbolo de santidad, o lo que es lo mismo, la belleza pura. Sin embargo, el soporte de todo este trampantojo barroco, el entramado físico sin el que no podría existir espiritualidad ninguna, queda reducido a bultos esbozados, costillas de madera, una cara y dos manos. Debajo nada.
Los humanos, reflejo de la divinidad según nuestra cultura occidental, asociamos la belleza corporal a la llamada belleza interior o espiritual, y ésta se confunde con la calidad personal. La cara, considerada el espejo del alma, incluye el cuerpo por extensión semántica. Ambos son la parte visible de nuestra belleza y no hay castigo más cruel en la historia que despojar a Marsias de su piel por querer ser mejor, por querer ser más hermoso que Apolo, el bello por excelencia.
La vejez, penalizada como ocaso de la belleza, es combatida a golpe de bisturí. Nuestra piel, al igual que las sedas, los brocados y terciopelos de los santos, es entallada y ajustada. Encajes de titanio, silicona y teflón adornan las enaguas internas de nuestros lujosos vestidos epiteliales. Los nuevos imagineros-cirujanos nos re-esculpen en quirófanos asépticos para convertirnos en pasos sagrados de la belleza.
Conocer el interior de las máquinas, el mecanismo que las mueve, es curiosidad científica; desnudar un cuerpo es deseo y pasión, mas cuando observamos el interior de la carne o la ruda estructura de una imagen desvestida, un estremecimiento siniestro nos invade, pues lo siniestro según Scheling es aquello que debiendo permanecer oculto, ha sido revelado.
Claudia Casarino y Ricardo Marujo entrelazan sus discursos visuales desvelando lo oculto, propiciando la catarsis o purificación espiritual, mental, emocional y corporal a través de la conmoción visual.
Salvo excepciones extremas, la piel extendida de un adulto tipo, suele medir unos dos metros cuadrados. La tela de una imagen dependerá del lujo de sus devotos.
Amador Griñó
Amador Griñó Andrés
Nació en Valencia, España, en 1956. Es Doctor en Bellas Artes por la Universitat Politècnica de València y Licenciado en Geografía e Historia, en la especialidad de Historia del Arte, por la Universitat de València, posee el Diploma de especialista en Museología por la Fundación Universitaria CEU San Pablo de Valencia. Es funcionario de la Diputación de Valencia, donde presta sus servicios profesionales para el Museu Valencià de la Il·lustraciò i la Modernitat, ha sido responsable de la Programación Internacional del Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana, con 324 exposiciones de arte en más de treinta países, desde 1996 hasta mayo de 2004 y de la Coordinación y Acción Exterior del IVAM (Institut Valencià d’Art Modern) desde junio de 2004 a noviembre de 2005. Ha sido coordinador general de la primera edición del Encuentro entre dos mares. Bienal de São Paulo–Valencia (Valencia, 2007). Es responsable, coordinador y Secretario del Simposio Internacional Diálogos Iberoamericanos en las seis primeras ediciones celebradas en Valencia.
Ricardo Marujo
Nació en São Paulo, Brasil, en 1957. En 1981, se graduó en la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo. Realizó su residencia en cirugía general en el Hospital de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo. Hizo su residencia en cirugía plástica en el Hospital de los defectos faciales en Sao Paulo y en el Instituto Shriners Burn Hospital General de Massachusetts en Boston. Es especialista en Cirugía Plástica por la Asociación Brasileña de Medicina (AMA) y la Sociedad Brasileña de Cirugía Plástica (BSP). Miembro Titular de la Sociedad Brasileña de Cirugía Plástica. Miembro fundador de la Federación Latinoamericana de Quemaduras (FELAQ) desde octubre de 1997. Miembro de la Sociedad Internacional de Quemaduras, desde 1997. Es Profesor Asociado y Fundador de la Sociedad Brasileña de Quemaduras desde 1997. Pertenece al personal médico de los hospitales: Albert Einstein, Sirio Libanés, Oswaldo Cruz, AACD - Hospital Abreu Sodré.
Claudia Casarino
Nació en Asunción, Paraguay, en el año 1974. Estudió en el ISA de la Universidad Nacional de Asunción y realizó cursos en la School of Visual Arts de Nueva York y otros. Su obra se ha ido construyendo en torno a temas de identidad y género, usando su propio cuerpo como espacio de representación y recurriendo al lenguaje del vestido de manera constante. La instalación y la fotografía son los medios frecuentes de construcción de obra. Expone desde el año 1998 y ha participado de diveras bienales: del Mercosur, de la Habana, de Tijuana, de Busán, de Cuenca, de Curitiba y la bienal de Venecia, así como en diversas muestras en galerías, museos y centros culturales de Asunción, Santiago, San Pablo, Buenos Aires, Bogotá, Madrid, Barcelona, Nuoro, Milán y Londres, entre otros. Su obra forma parte de las colecciones del Museo del Barro, Fundación Migliorisi, Spencer Museum de Kansas, Victoria & Albert de Londres y Casa de América de la Habana.
Mariela Leal
Nació en Mendoza, Argentina. Realizó cinco años de estudios en la Universidad Nacional de Cuyo, obteniendo su título de Licenciada en Artes en la Universidad Católica de Chile. Su obra se refiere a temas de la infancia. El desplazamiento del dibujo en sus esculturas blandas, la fotografía y el video dan cuenta del su trabajo. Ha participado en las bienales del Mercosur y de Santa Cruz, Bolivia; en 2015 participó de la Trienal De Artes Gráficas en Sofía, Bulgaria. Expuso en el MAC Dragão do Mar, de Fortaleza, Brasil. Ha realizado varias muestras en Brasil como “Em Tempo”; “Identidade Feminina”; “Extranjeros” y “Lugar sin nombre”. Ha expuesto en diversas galerías, museos y centros culturales de Argentina, Brasil, Paraguay, Chile, Perú y Bolivia. Su trabajo se encuentra en las colecciones del Museo del Barro y Fundación Migliorisi de Paraguay, Castagnino+macro de Rosario, Malba y MAC de Fortaleza, Brasil. Participó en ferias como Pinta NY, Artbasel, Art Shanghai y Scope Basel. Actualmente reside en Chile.