El óleo Palomas y pollos ingresó a la colección en 1942 gracias a la donación efectuada por los hermanos de Juan Bautista Castagnino para el flamante museo inaugurado en 1937 que lleva su nombre y que fue donado por su madre Rosa Tiscornia en su homenaje, luego de su inesperada muerte en 1925. Es considerado uno de los más destacados coleccionistas del país por su vasto conjunto de arte antiguo iniciado al despuntar el siglo XX, logrado a través de arduas pesquisas y adquisiciones en el extranjero resultado de su inserción en una vasta red de contactos de connaisseurs, historiadores, galeristas.
Juan B. integró la Asociación Cultural El Círculo y desde sus inicios, la Comisión Municipal de Bellas Artes de Rosario participando activamente de la institucionalización del arte local. Fue mecenas y un entusiasta promotor del arte local, hecho que contribuyó en el perfil de su colección de arte argentino que llegó al museo en el mismo año de su muerte.
La obra fue adquirida a los miembros de la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid, Eduardo Urquiola y Luis Tejero en Madrid el 11 de marzo de 1915 a través de José Francés, periodista y crítico de arte español autor de El año artístico. Pintura española, con quien Castagnino mantuvo un ágil vínculo epistolar.
La atribución de la obra -que no posee ni firma ni fecha- se fundamenta en interpretaciones asentadas en cartas legadas al museo junto a la obra. Una de ellas está firmada por Enrique Cubells y Ruiz, profesor de las escuelas de Artes y Oficios y de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid. Ha sido fechada en agosto de 1918 y en ella se afirma que Un grupo de aves es original de Goya. La otra, del 1 de abril de 1919 ha sido firmada por Rafael Domenech, director del Museo Nacional de Artes Industriales de Madrid y catedrático de Teoría e Historia de las Bellas Artes, que también atribuye la obra al maestro español.
Tal vez la atribución derive de la relación con las únicas naturalezas muertas conocidas pintadas por el maestro. En el inventario de los bienes de Goya realizado en 1812 a la muerte de su mujer Josefa Bayeu, se citan doce bodegones de su autoría que pasaron a propiedad de su hijo Javier. Son imágenes de animales muertos –pescados, aves, fragmentos de cordero– que el artista destaca sobre fondos oscuros, aparentemente inspiradas en sus visitas a los puestos de mercado más ricos y vistosos. Sus características estilísticas las sitúan cronológicamente en los años de la Independencia: evocan la atmósfera trágica de esos tiempos y anticipan las imágenes desgarradoras de la serie de aguafuertes Los desastres de la Guerra.
En la instancia de la donación de la colección Castagnino, también fue cedida Bandidos asesinando a hombres y mujeres (óleo sobre tabla, 21 cm x 30 cm), que fue robada en 1984 y cuyo paradero se desconoce. Gaya y Nuño (1958) menciona esta pintura como Ladrones asesinando a hombres y mujeres, autógrafa de Goya, pero nada refiere de la que nos ocupa, lo cual permite inferir que ya en ese momento Palomas y pollos no era considerada como de mano del artista español.
Los bodegones conocidos de mano de Goya han sido fechados entre 1808 y 1812. Once de los doce que figuran en el inventario mencionado han sido identificados hoy. Luna (1996) entiende que “su composición, observada en conjunto, denota una peculiar expresividad al fijarse tan interesantemente sus elementos y al ser traídos con un evidente sentido de lo espectacular hasta un primer plano y allí abandonados a la pública contemplación, dando una sensación de tenso reposo”. Por otro lado, Mena Marqués (1999) entiende que la serie de doce bodegones que permaneció en posesión del artista fue pintada con una intención decorativa para su casa. “Lo sombrío de las composiciones, por la insistencia del artista en los aspectos más veraces de la muerte de los animales, ha llevado a pensar que se trata de obras realizadas en el trágico período de la guerra de la Independencia. Sin embargo, estos lienzos, y especialmente en los dos del museo del Prado, los animales yacen junto a unas cestas toscas, de gruesos mimbres, que llevan en la parte superior las etiquetas para el nombre del destinatario, lo que habla más bien de la abundancia y hace recordar esos envíos de comida que le llegaban al artista procedentes de sus familiares o de su amigo Zapater en Zaragoza y de los que habla en sus cartas. La técnica prodigiosa de estos dos bodegones sugiere con perfección las calidades bien diferentes de las plumas de aves tan distintas como el pavo o las gallinas.”
El carácter descriptivo del bodegón del Museo Castagnino, la pincelada minuciosa, la iluminación –cuyo foco parece situarse fuera del motivo–, la corporeidad de las aves y los volúmenes compactos, son rasgos que lo alejan de la serie del maestro español, pero permiten relacionarlo en general con la escuela española del XVIII. La decoración con motivos orientales de la pieza de porcelana, los damascos y la tuna que aparece en el borde izquierdo –fruto originario de mesoamérica que fue introducido en la España mediterránea luego de la colonización– son detalles que nos permiten arriesgar una referencia mediterránea a nuestra obra sin lograr aún identificar a su autor. No se conocen otros bodegones de Goya que puedan relacionarse con la pintura del Castagnino. Payró (1943) las atribuyó al Goya de siglo XVIII: “Veamos esas aves reunidas en compacto, decorativo grupo. Esplendor de la materia pictórica, lisa, aporcelanada, sensual […] Tal es el Goya conformista y triunfante del reinado de Carlos III.”
Con respecto a la técnica del artista, durante el proceso de restauración pudo observarse que el pintor tensó una tela de lino preparada industrialmente en un bastidor y luego realizó la obra. Al finalizar, le colocó una capa de barniz. Plasmó un fondo oscuro que otorgó al ambiente una centralización de la luz en los detalles de las aves, cuya paleta estaba formada por rojos, tierras verdes, tierras rojas, blanco de plomo y negro. Utilizó superposiciones tanto de colores claros sobre oscuros como de detalles oscuros sobre zonas claras. En los plumajes aplicó toques de color sobre otros, para lograr cierto movimiento y ligereza; el fondo fue trabajado de manera diferente, con pinceladas más fundidas para llevarlo a un segundo plano.
María de la Paz López Carvajal
Anónimo