Castagnino
Del 05.11.10 al 12.12.10
Julio Vanzo
Colección Castagnino+macro
Esta exposición nos muestra un Vanzo desconocido, en su faceta de escenógrafo, una preciosa colección de bocetos de la década de los cuarenta que revelan un plano oculto e intimista del artista.
Vanzo: ¿escenografía? ¿pintura?
Pintar desde un lugar desplazado, pensando desde otro espacio de lenguaje. Hacer pintura como modo de visualizar espacios escénicos. Sin pretensión de obra, traducción de un espacio tridimensional que aun no existe en uno bidimensional destinado a darle forma.
Las escenografías de Julio Vanzo investigan sobre el territorio de la representación. Crea escenarios como si se tratara de poner el espacio en escena.
Y se trata justamente de eso. Plantear proposiciones espaciales (es decir, sumergirse en la relación bi-tridimensión, en el ida y vuelta de la representación que duplica y desdobla los términos, en tanto en sí y para otro: lo escénico que traduciría proponiéndolo).
Trata de llevar al papel lo que está en su mente —pero ¿está en verdad en su mente o está emergiendo en esa superficie que (postulando su otro se reafirma como tal) le muestra el juego entre lo propio y lo extraño, entre lo que no deja de pertenecer al dibujo, a lo gráfico y es (a la vez y como objetivo) la posibilidad de la escena, el contenedor de un drama?—, creando dentro del dibujo un espacio tan inmenso como para que podamos percibir la luna, la tierra o el cielo.
En estas visiones intenta prescribir comportamientos en un espacio específico. Para Vanzo el papel es la excusa perfecta donde torna inseparable el proyecto de la realidad y habla con la voz de quien hace las cosas respetando los más mínimos detalles.
Aquí, quizás, reside el drama —no el de la obra de teatro para el que estarían destinados estos trabajos- sino el del artista y la obra, el de la tensión entre la “excusa” y el “proyecto de la realidad”, esa tensión probablemente irresoluble que le da a ese pedazo de papel densidad de mundo -en tanto este término se carga de sentidos en esa región de conflicto en que aparece—.
Reconociendo las microformas, del arquitecto, del artesano y del albañil. Su trabajo es una vasta y profunda exploración y es imposible reducirlo a una perspectiva homogénea.
No es un dato menor el hecho de que Vanzo está trabajando estas escenografías en simultaneidad con los planteos del futurismo italiano y que —desde Rosario— estas imágenes proponen una reflexión sobre el espacio muy cercanas y a la vez distanciándose de esas posiciones vanguardistas con las que convergen, sin por eso perder lo diferencial que las atraviesa.
El teatro se nutre de la transversalidad y esto permite que los espacios de representación dialoguen con las obras en una relación de influencia recíproca.
Probablemente, es posibilidad de red, de yuxtaposiciones de modos y lenguajes confluyendo en una obra, en un espacio que deviene —por y para la representación— muchos y un tiempo que deja de ser el propio para multiplicarse y fragmentarse (que el cine hereda dándole una forma radicalmente distinta) pone ante el artista (sobre todo un artista plenamente moderno, como es el caso de Vanzo) de modo patente la problemática —que es la problemática del arte— de la representación.
Las escenografías de Vanzo —haciéndose cargo de esa problemática, haciendo cuerpo el drama— son, a un tiempo, indicaciones de una construcción y pinturas que pueden disfrutarse plenamente sin estar atadas a ninguna referencialidad arbitraria.
Roberto Echen - Marcelo Villegas.