Castagnino
Del 14.03.25 al 03.08.25

Que la visión dure

Obras de Juan Pablo Renzi en la Colección Castagnino+macro

Renzi, Juan Pablo

Renzi, Juan Pablo. Bodegón Azul
Renzi, Juan Pablo. Oscuro beso de la mañana (detalle)
Renzi, Juan Pablo. En primavera todo es bello y hermoso (detalle)
Renzi, Juan Pablo. Autorretrato (detalle)
Renzi, Juan Pablo. Prisma de aire. Fotografía: Norberto Puzzolo
Renzi, Juan Pablo. Paisaje de la mancha
Renzi, Juan Pablo. El general Mambrú (detalle)

ESTRELLA RENZI

Toda relación mía con la pintura ha sido de búsqueda, (...) una constante que me ha estimulado a pintar... La búsqueda de una imagen definitiva, algo que me aleje de esa angustia que me provoca deseos de cambiar”. Juan Pablo Renzi



Lo real y lo deseado no siempre coinciden. La urgencia pide acción.

Renzi parte de dos maestros con quienes atraviesa la tradición: Gustavo Cochet y Juan Grela.

Les brilla Augusto Schiavoni cual ensueño en donde la pintura respira, Berni es físicamente realista y Lucio Fontana rompe el arte hacia la inmortalidad. Una constelación de rupturistas que se estrellan. La vanguardia arde y articula analíticamente el error, se tilda:

-¿cuál es “el vicio del martillo?, -“ESTRELLAR”, responde el martillo en un cuadro-rojo (“rojo” de homenajear a Malevich, a Pompeya, a lo que dejaron los volcanes…un naufragio de lava es la revolución).

Hoy la estrella de Juan Pablo Renzi es sustancia incandescente de presente; como todo clásico se regenera para permanecer en la cúspide de su vigor. La vanguardia es así.

Él buscaba “atrapar la imagen”. Sus obras son como el zarpazo de Galileo ante la luna.
 

Lic. Xil Buffone
Curadora del archivo J.P. Renzi, Marzo 2025.



PD: A María Teresa Gramuglio (La dama del gato) gracias por esta donación de obra tan significativa al Museo Castagnino de Rosario, y a Juan Pablo Renzi amor y gracias.

 

Autobiografía 

Nací en Casilda (Provincia de Santa Fe) el 21 de junio de 1940. Durante algunos años –los de mi infancia– intenté continuar una tradición familiar interrumpida (mi bisabuelo y mi abuelo paternos eran pintores) frecuentando distintos talleres, tratando de aprender el oficio. Recién a los quince años, en 1955, conocí a un verdadero maestro, Gustavo Cochet, de quien aprendí a valorar el lenguaje de la pintura y a estimar mis posibilidades artísticas. En 1958 ingresé en la carrera de Bioquímica de la actual Universidad de Rosario, carrera que abandoné en 1962 para dedicarme totalmente a la pintura. Ya en 1960 me había puesto en contacto con Juan Grela, en cuyo taller, durante cinco años, terminé de aprender todo lo que creo saber de pintura y también conocí a los que después fueron mis compañeros del grupo que, años más tarde, fuera considerado el núcleo de la vanguardia rosarina de los 60.

Comencé a exponer en 1963 pinturas que, en un principio estaban muy ligadas al expresionismo intimista de Augusto Schiavoni, expresionismo que luego fue más franco y gestual, denunciando influencias del grupo Cobra y del expresionismo abstracto norteamericano. De este momento fueron las exposiciones individuales de 1964 y 1965 en Galería El Taller de Rosario y la muestra, junto con mi grupo, en Galería Pro-Ar de Bs. As. en 1966. Aquí expuse mis últimos cuadros expresionistas de ese período, cuadros que pinté entre noviembre de 1965 y enero de 1966.

Desde febrero de 1966 mi pintura fue menos gestual y mucho más reflexiva. El concepto y los juegos de representación me importaban ya mucho más que el impacto visual de la materia y el color. Con dos obras de esta serie (una de ellas un cuadro objeto) obtuve, en ese año el Gran Premio a la Pintura Joven del Litoral. También en ese año, a partir de su mitad, abandoné la bidimensionalidad del soporte y realicé una serie de objetos –Representaciones Sólidas del Agua y Otros Fluidos– en los que la realización “mínimal” y distanciada exacerbaba, aún más, la conceptualidad de los juegos de representación. Estos objetos los expuse en 1966, junto con mi grupo, en la Galería Carrillo en Rosario y en el Primer Festival de Formas Contemporáneas en Córdoba (también llamada Bienal Paralela).

Durante 1967 y hasta principios de 1968, fui realizando mi trabajo en dos líneas simultáneas y complementarias. En una de ellas primaba la reflexión acerca de la percepción de los espacios vacíos: estructuras, instalaciones y señalizaciones que, por medio de reticulados y otras tensiones, “valorizaban” el espacio no ocupado. En la otra, más decididamente conceptual (la serie Proyectos con Agua), jugaba con ideas cuantitativas sobre la percepción de algunos fenómenos físicos cotidianos y, también, con los conceptos de información-recepción-veracidad. En estos trabajos, el espacio tridimensional no era el protagonista, sino el concepto que aparecía explícito en la combinación de los distintos objetos utilizados (agua, aire, baldes, botellas, canillas, rótulos, textos, tiempo, etc.). Gran parte de las obras de estas dos series, las expuse en 1967 en diferentes muestras grupales, entre ellas en el Museo Juan B. Castagnino de Rosario, en el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez en Santa Fe, y en el Museo de Arte Moderno de Bs. As., en el Museo de Bellas Artes de Montevideo y en las Jornadas de Arte Avanzado de Bs. As. Estas experiencias culminaron, con la realización, en los primeros meses de 1968, de una serie de Paisajes: instalaciones en las que seguía “vedando” y “tensionando” los espacios vacíos pero, ahora, con imagen figurativa, construidas con objetos cotidianos (caños, baldosas, ladrillos, paredes, macetas con plantas, etc.). Con uno de esos paisajes obtuve la Faja de Honor Ver y Estimar en mayo de 1968. Aproximadamente en esa fecha, con algunos artistas de la vanguardia rosarina y de la porteña, nos estábamos cuestionando la ineficacia de nuestras obras vanguardistas. Éstas eran constantemente absorbidas por las instituciones del arte, engrosando, de esta manera, la retórica de la cultura oficial. Resistiéndonos, en consecuencia a ese fenómeno típico de las “neovanguardias” e intentando restituir la virulencia de las “vanguardias históricas”, pensamos una serie de obras (individuales o colectivas) cuyo material, fundamentalmente el político, impidiera dicha asimilación institucional. En junio de 1968 escribí el guión de una obra, a la que titulé Primera Obra de Arte de Acción, que realicé con la colaboración del grupo rosarino. Se trató de un “asalto” a la conferencia que Jorge Romero Brest estaba dictando en la sede de Amigos del Arte de Rosario y en la que hablé en su lugar, proclamando las consignas de un arte que “sería revolucionario”. En noviembre de ese año, los dos grupos, el de Rosario y el de Bs. As., conjuntamente creamos y realizamos Tucumán Arde, un acontecimiento estético-político caracterizado por crear un espacio (en la CGT de los Argentinos de Rosario y Bs. As.) donde se combinaban discursos diferentes, visuales, auditivos, de movimiento y de recorrido, cuyo objetivo fue difundir la explotación y la miseria que sufría el pueblo tucumano y que los medios de comunicación ocultaban. Proponíamos, con este tipo de obras, la creación de una cultura alternativa. Propuesta que, aún a pesar de nuestro voluntarismo, no pudimos concretar. Como consecuencia de esto, abandonamos éticamente el campo de la producción cultural. Mi abstinencia duró ocho años.

Entre 1976 y 1977, en Galería Balmaceda, en Bs. As., volví a exponer pinturas: cuadros de un realismo muy preciso, pero teñido de afectividad e intimismo. Entre 1978 y 1980, en las exposiciones que realicé en la Galería Arte Nuevo en Bs. As., este realismo se hizo más distanciado y conceptual, especialmente en la serie Inventarios, en la que representaba objetos cotidianos con total independencia uno de otros, formando alineaciones o sucesiones a las que yo llamaba “frases”, como si estuviera esbozando la sintaxis de una nueva escritura ideográfica. Más tarde, en 1981 y 1982 (año en que nuevamente expuse en Arte Nuevo) fui modificando el tratamiento del cuadro, haciéndolo más libre y expresivo. En estos cuadros el referente natural (fragmentos de árboles, follajes y pájaros) estaba pintado con mayor libertad de color, materia y pincelada. Figuras (pájaros, ramas, hojas) representadas con verismo, coexistían en tensión con otras más esquemáticas e imaginativas y con una atmósfera que tendía al expresionismo y la abstracción. En estas pinturas (El Delirio de Humboldt, La Desesperación de Bompland, Delirios en Cuernavaca) intentaba, imaginariamente, reproducir las sensaciones que el continente americano produjo en los famosos “viajeros” europeos. En este año, 1982, obtuve el Premio de Honor Prilidiano Pueyrredón y el Premio Mención al Artista del Año, otorgado por la Asociación de Críticos de Arte. De aquí en adelante, seguí desarrollando esta línea iniciada en 1981, aumentando la independencia con respecto al referente figurativo, intensificando el gesto, el color, la mancha y la libertad con la materia. De este momento son los paisajes de La Guerra de los Pájaros (Galería “Tema”, Bs. As., 1983), mis homenajes a Der Blaue Reiter (1984) y especialmente las obras de mi envío a la XXVIII Bienal de San Pablo en 1985. En estos trabajos volví a tomar como tema central, objetos de la vida cotidiana (tazas, copas, tenedores, brochas de afeitar, etc.), realizados muy sumariamente, a los brochazos, acentuando el carácter expresionista y dramático de la luz y el color. En mis pinturas y objetos de 1986 a la actualidad, este expresionismo se ha atenuado, está mucho más contenido, dejando el protagonismo a los contrapuntos formales, de color, de texturas y de estilos. Espacios donde confrontan iconografías sencillas con símbolos convencionales y con formas puramente imaginativas e inventadas. En estas últimas obras, que expuse en Galería Ruth Benzacar, en Bs. As., en 1988 y en la Bienal de Cuenca, Ecuador, en 1989, creo haber conjugado mis pulsiones temperamentales con mis gustos por la forma y el concepto, en una imagen variada y mutante, que me reconcilia con las búsquedas clásicas del arte moderno. 

JUAN PABLO RENZI 
Bs. As., noviembre 1989