Colección Castagnino+macro

En la tela, Bertolé  compone una atmósfera de rasgos simbolistas que potencia con una iluminación  más sugestiva que descriptiva y esfuma los contornos a la manera Eugène Carrière. La influencia del francés fue notable entre los artistas argentinos de su generación y a ella refiere Lozano Moujan en el año 1922. La paleta de colores dominada por azules, violetas y rojos oscuros destacan la piel de la retratada, la profundidad de su mirada y la expresividad de las manos, detalles que caracterizarán a toda su obra posterior.
 
Exposiciones:
La sociedad de los artistas, Rosario, Museo Castagnino, 2004.
Emilia Bertolé, Santa Fe, Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, 1955.
Exposición de Homenaje a Emilia Bertolé, Rosario, Museo Castagnino, 1967.
50 años de pintura argentina 1930- 1980, Rosario, Museo Castagnino, 1980.
V Salón de Otoño, Rosario, Museo Municipal de Bellas Artes, 1922.
XI Salón Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, 1921.
 
 

María de la Paz López Carvajal




Bertolé, Emilia

El Trébol, provincia de Santa Fe, 1896
El Trébol, provincia de Santa Fe, 1949

Al inicio de su carrera, fue becada por el diario Patria degli Italiani en la ciudad de Rosario para estudiar dibujo y pintura en la Academia Doménico Morelli, de Mateo Casella.

En 1912 realizó un envío al Petit Salón organizado en Rosario, en la Casa Blanca de Casildo De Souza, junto con artistas como César Caggiano y Alfredo Guido. En 1915 mandó su obra al V Salón Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y obtuvo el Premio Estímulo por el pastel Ensueño. Desde entonces participó activamente en dicho salón y en el de Otoño de Rosario.

Durante a década del 20 se radicó en Buenos Aires.

Inicialmente, su pintura se caracterizó por cierta filiación con el simbolismo, en especial con el estilo de Eugene Carriere. Esa concepción simbolista del arte constituyó una derivación del Romanticismo, la cual se advierte en una actitud contemplativa y melancólica por parte de los artistas. En esos años, Bertolé creó atmósferas densas, sobre todo en los pasteles, donde fundió los contornos de las figuras de fondos muchas veces decorados con motivos modernistas.

Caracterizado por una composición tradicional y potenciada por una iluminación más sugestiva que descriptiva, El libro de versos corresponde a ese período de producción. La figura desplazada hacia la izquierda, que parece emerger de las profundidades del cuadro, logra crear una atmósfera que recuerda el modernismo francés de fines de siglo XIX, siendo la profundidad de la mirada y la expresividad de las manos detalles que identificaron toda la obra de Bertolé.

Luego empleó una técnica de toques de pincel que le permitió crear efectos más decorativos que lumínicos.
Se dedicó primordialmente a la pintura de retratos, los que le fueron encargados en abundancia mientras residía en Buenos Aires. Entre ellos, se destacan los pedidos por el presidente Hipólito Irigoyen en 1923, uno de los cuales integra hoy la colección del Museo Histórico Nacional.

A la par de su trabajo como pintora desarrolló su vocación por la escritura, publicando en 1927 su primer libro de poesías titulado Espejo en sombras. Integró tanto la élite literaria que se reunía en el Café Tortoni de Buenos Aires como el grupo Anaconda, presidido por Horacio Quiroga.

Con la Revolución del 30, su carrera se vio afectada ya que los encargos mermaron. Por ello, debió realizar otro tipo de actividades. Colaboró con ilustraciones para el diario La Capital y la revista El Hogar. Además, realizó los dibujos de una serie de cuadernos titulados Mujeres de América. En 1937 retomó su participación en el Salón de Rosario, exhibiendo Desnudo y Autorretrato.

Entre otras actividades realizadas, en 1925 intervino como jurado en el Salón de Otoño junto con Alfredo Guido y Emilio Ortíz Grognet, integrante de la CMBA.

Obtuvo reconocimientos como: Medalla de Oro, Academia Mateo Casella 1904, y Segundo Premio Municipalidad de Buenos Aires 1921.

En 1944 regresó a su ciudad natal para atender a su madre hasta 1949, año de su muerte. Emilia Bertolé murió dos meses después.

Su único biógrafo fue Héctor Sebastianelli, quien incluyó el artículo Inolvidable Emilia, en la publicación Hombres de Santa Fe. Su hermano mayor, Miguel Ángel, fue su promotor y realizó un importante archivo de cartas, fotos y apuntes. El museo de El Trébol cuenta con importante documentación donada por su familia.




Otras obras